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LA CHINA DE DENG XIAOPING

El 9 de septiembre de 1976 fallecía Mao Zedong a los ochenta y dos años. La muerte del Gran Timonel supuso el final definitivo a la Revolución cultural iniciada diez años atrás, que si bien había perdido fuerza con el final de la década de 1960, todavía seguía marcando el día a día de la República Popular. Tras una década de constantes purgas dentro y fuera del Partido Comunista Chino (PCCh), acompañadas de una oleada de violencia revolucionaria de mano de los Guardias rojos, jóvenes a quienes en un primer momento Mao dio total libertad para actuar al margen de las decisiones del Comité central del Partido, todo parecía indicar que las figuras disidentes dentro del gobierno, aquellas defensores de posturas relativamente liberales, habían perdido la pugna por el poder contra la camarilla de Mao, su mujer Jiang Qing y Lin Biao, quien irónicamente acabaría falleciendo en 1971 cuando intentaba huir en avión de China tras, supuestamente, conspirar contra el anciano líder comunista. En un
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EL GOBIERNO DE YELTSIN. SEGUNDA PARTE: CHECHENIA

El 1 de noviembre de 1991, poco más de un mes antes del colapso definitivo de la Unión Soviética, Chechenia declara su independencia. Lo que a simple vista podría parecer una independencia más en el proceso de disolución de URSS fue en realidad un evento muy distinto al de otras repúblicas soviéticas, como por ejemplo Ucrania, Estonia o Armenia, repúblicas que hoy a día de hoy se constituyen como estados independientes. Este no era el caso de la República Autónoma Socialista Soviética de Chechenia e Ingusetia, territorio que se encontraba integrado dentro de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, es decir, que estaba a un nivel administrativo inferior a Rusia, dependiendo de esta. Por ello, en teoría, Chechenia debería haber pasado a formar parte de la Federación Rusa, que heredó la división administrativa de la Rusia soviética, una vez disuelta la URSS. La realidad fue bien distinta. El 31 de marzo de 1992, cuando Yeltsin y Ruslan Jasbulatov, presidente del parlament

EL GOBIERNO DE YELTSIN. PRIMERA PARTE: LA CRISIS DE 1993

Si bien la disolución oficial de la Unión Soviética tuvo lugar el día de Navidad de 1991, la verdad es que ya desde mediados de verano de ese año, tras el fallido intento de golpe de Estado del 19 de agosto, la URSS había dejado de existir de facto, con el gobierno central despojado de casi todos sus poderes de facto, habiendo pasado estos a manos de los gobiernos de las distintas repúblicas, las cuales fueron independizándose una a una hasta el punto de que para el 1 de diciembre solamente Rusia, Bielorrusia y Kazajistán permanecían dentro de la Unión. Bielorrusia se independizará el día 10, Rusia el 12 y Kazajistán el 16. A través de los Acuerdos de Belavezha del 8 de diciembre los líderes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, independizada el 24 de agosto, declaran el final de la Unión Soviética, pese a que en un referéndum celebrado en marzo de 1991 el 78% de los soviéticos habían mostrado su deseo de que la URSS siguiese existiendo. Dos semanas después, en la tarde del día 25, Gorbacho

LA GEORGIA POST SOVIÉTICA

La desaparición de la URSS dio lugar a quince repúblicas independientes. La independencia, sin embargo, estuvo lejos de ser pacífica. A los casos de Transinistria, Tayikistán y el Nagorno Karabaj habrá que sumar el caso de Georgia, revuelta en una virulenta guerra civil entre 1991 y 1993, contienda cuyas consecuencias se prolongan hasta el día del hoy con la cuestión de las repúblicas de Abjasia y Osetia del Sur, independientes de facto pero únicamente reconocidas por Rusia y países afines a esta. La guerra civil debe entenderse como un conflicto doble. Por un lado tenemos el conflicto étnico entre georgianos, osetios y abjasios y por el otro un conflicto político resultado del golpe de Estado de 1991 que supuso la caída del poder de Zviad Gamsakhurdia, primer presidente de Georgia, independiente desde el 9 de abril de ese año. Sin embargo, para comprender la guerra debemos remontarnos a los últimos años de la época soviética y al gobierno de Eduard Shevardnadze, secretario general d

LAS GUERRAS CIVILES DEL CONGO

El genocidio de Ruanda vivido entre 1994 y 1995, en el que grupos hutus afines al gobierno masacraron a cerca de un millón de tutsis, es de sobra famoso. Menos conocidas fueron las consecuencias de esta campaña de limpieza étnica, episodio que  dio final de la Guerra civil ruandesa iniciada en 1990, en el vecino Zaire, la actual República Democrática del Congo, presidido desde 1965 por el dictador Mobutu Sese Seko. Y es que el decadente gobierno de Mobutu se mostraba afín a los hutus ruandeses, lo que provocó un profundo malestar en las comunidades tutsis que vivían dentro del Zaire, los banyamulenge y los banyarwanda. Los primeros eran los llegados al país desde Ruanda durante el período colonial belga y los segundos los llegados tras la independencia. A estos habrá que sumar el enorme número de refugiaros que llegaron a la excolonia belga durante el genocidio y, tras la llegada al poder del  Frente Patriótico Ruandés, la milicia tutsi que había combatido al gobierno hutu de  Juvéna