Como vimos en la anterior entrada, para mediados del Siglo XIX el imperio de los Qing estaba en crisis tras la derrota en la Primera Guerra del Opio. Además, en el interior de China el bandidaje y las hambrunas eran algo frecuente. El malestar popular era considerablemente grande. Es en este contexto histórico, en la provincia de Cantón donde existía una fuerte influencia occidental, cuando comienza la Rebelión Taiping de la mano de Hong Huoxiu. Hijo de campesinos de etnia Hakka, fracasó tres veces en sus oposiciones para convertirse en funcionario de la administración Qing, algo que le marcó para toda la vida. Poco antes del comienzo de la Primera Guerra del Opio, Hong conoció a un predicador baptista de nombre Edwin Stevens, quien logró convertir a Hong al cristianismo. Cuando en 1837 suspendió sus exámenes por tercera vez, sufrió una profunda crisis nerviosa y durante un desmayo tuvo visiones en las que aparecía una familia celestial formada por un padre celestial, Shangdi, el dios supremo de la mitología china, y un hermano mayor, Jesucristo, así como otras figuras divinas. Tras cambiarse el nombre a Hong Xiuquan comenzó a llevar a cabo acciones iconoclastas, destruyendo estatuas de Buda y Confucio.
Las
creencias de Hong eran una mezcla de la religión tradicional china y del
cristianismo, afirmando que la Biblia mostraba una visión de las creencias
pre-confucianas. Tras la Primera Guerra del Opio Hong comenzó a ganar
seguidores entre los campesinos del sur de China gracias a sus propuestas
anti-Qing y colectivistas, abogando por un sistema de comunas agrícolas. Además, estaba a
favor de la igualdad entre sexos y en contra de la esclavitud.
En 1851 Hong
y su Sociedad de Adoración de Dios llevan a cabo un levantamiento armado en la
provincia de Guizhou, estableciendo el Reino Celestial Taiping, con Hong como
rey. En 1852 obtienen su primer gran éxito con la captura de Wuchang, lo que
hoy en día es Wuhan. Al año siguiente capturan Nankín, la ciudad más poblada de
China.
La
Rebelión Taiping no era el único problema al que debía hacer frente la Dinastía
Qing, gobernada desde 1850 por Xianfeng. La presencia extranjera era cada vez
mayor y China se vio obligada a firmar tratados desiguales con Estados Unidos y
Francia en 1844, con Suecia-Noruega en 1847 y con el Imperio ruso en 1851. El
sentimiento anti occidental era considerablemente grande en las ciudades
costeras y los ataques a británicos provocaron una expedición punitiva a Cantón
en 1847. En 1856 oficiales chinos abordan un barco de nombre Arrow,
sospechoso de realizar misiones de contrabando, registrado en el Hong Kong
británico y que portaba la bandera de este país.
Harry Parkes, el cónsul británico en Cantón, exigió a los chinos la liberación de los tripulantes arrestados y una disculpa por haber ultrajado la Union Jack. No todos los marineros fueron liberados, por lo que lo británicos llevaron a cabo una nueva expedición punitiva en la que la Royal Navy bombardeó Cantón. Llegados a este punto es necesario remarcar que la Compañía de las Indias Orientales, que tuvo un papel protagonista en la Primera Guerra del Opio, perdería muchísima fuerza tras el motín de los cipayos en la India en 1857. El sistema comercial-militar de compañías privilegiadas, propio del Siglo XVIII, estaba en crisis.
La
expedición punitiva de los británicos había escalado hasta dar lugar a una
nueva guerra, la que se conocería como Segunda Guerra del opio. En Hong Kong,
varios británicos son envenenados con arsénico, suministrado en pan hecho por
panaderos chinos, un evento que sería utilizado para justificar la guerra con
China. El primer ministro Lord Palmerston llevó la polémica a la Casa de los
Comunes, pero al ver que una intervención a gran escala contra China no era
aprobada, disolvió el parlamento. Tras las elecciones celebradas en marzo,
ganadas por los whigs de Palmerston, la declaración formal de guerra salió
adelante.
Los
franceses se unieron a los británicos en la guerra contra China utilizando la
excusa del asesinato del misionero Auguste Chapdelaine, si bien el verdadero
motivo de la intervención del Imperio francés de Napoleón III era aumentar la
influencia del país galo en Asia, mismo motivo por el cual en 1861 invadirían la Conchinchina, en el actual Vietnam. Sin embargo, debido a la ya mencionada rebelión de los cipayos en la
India, las operaciones a gran escala por parte de los británicos se retrasarían
hasta finales del año 1867 cuando Reino Unido y Francia colaborarían en la
Segunda batalla de Cantón. Esta vez no se trataba de un bombardeo, sino de una
invasión en toda regla. Estados Unidos, si bien no era un aliado formal de
Reino Unido y Francia, también llevó a cabo algunos ataques contra posiciones
chinas en Cantón. Todo esto mientras Francia, con ayuda española, atacaba Vietnam, Estado vasallo de China.
La primera
fase de la Segunda Guerra del Opio concluye en junio de 1858 con la firma de
los Tratados de Tientsin a través del cual los chinos se ven obligados a
indemnizar a los británicos, se abren once nuevos puertos al extranjero,
incluyendo el importante puerto de Nankín; se garantiza la libre circulación
por el Río Yangtzé y la libertad religiosa y el Reino Unido, Francia, Rusia y
Estados Unidos obtienen el derecho a abrir delegaciones en la capital, Pekín.
Igualmente se firma el Tratado de Aigun, que redibuja las fronteras entre China
y Rusia.
Sin
embargo, la presencia de tropas extranjeras cerca de los Fuertes de Taku en
Tienstin llevó al inicio de una nueva crisis diplomática. Cuando en junio de
1859 los británicos y franceses atacan estas fortalezas, la guerra se reanuda.
Las tropas del mongol Sengge Rinchen (Por aquel entonces Mongolia era parte de
China) logran repeler el primer ataque y las fuerzas de Francia e Inglaterra se
ven obligadas a huir en un barco estadounidense. Sin embargo, en agosto de 1860
las tropas de Francia y Reino Unido vuelven a Tienstin y esta vez si que logran
capturar las fortificaciones chinas. En agosto, el emperador Xiafeng decide
iniciar conversaciones de paz y Harry Parkes acude a Pekín. Sin embargo, las
negociaciones fracasan y Parkes es arrestado.
El avance de la coalición siguió adelante en dirección a Pekín. En septiembre, en Palikao los ejércitos de Reino Unido y Francia vuelven a enfrentarse a las tropas de Sengge Rinchen. Sin embargo, esta vez el prestigioso general mongol es derrotado. Xiafeng abandonó Pekín y Parkes fue liberado. Como represalia, los soldados británicos y franceses quemaron el Palacio de Verano. Incluso se debatió sobre destruir la Ciudad Prohibida. En la Convención de Pekín, celebrada en octubre, se ratificó lo acordado en Tienstin y se cedió Kowloon a Reino Unido. Además, se legalizó el opio. Xianfeng, adicto al opio, se retiró a una casa de montaña en Chengde, donde murió en 1861 a causa de los efectos de las drogas. Puesto que su hijo, Tongzhi, tenía cinco años por lo que el poder de facto recayó en manos de su mujer, Cixi.
Si bien la
Segunda Guerra del Opio fue un duro golpe para China, sobre todo debido a que
los occidentales llegaron a Pekín, la verdad es que la rebelión de los Taiping
fue un problema mucho mayor. Estamos hablando de la tercera guerra más
sangrienta de la historia, después de las dos mundiales (algunas estimaciones hablan de entre veinte y cincuenta millones de muertes, la mayoría a causa del hambre). Tras el final de la
Segunda Guerra del opio, británicos y franceses se pusieron del lado de los
Qing en su lucha contra Hong Xiuquan. Cuando en diciembre de 1861 los Taiping
ocuparon Ningbo, una coalición de chinos, franceses y británicos les expulsa de
la importante ciudad costera en mayo del año siguiente. A la vez tiene lugar la
Batalla de Anqing, más sangrienta y que sería una nueva derrota para Hong.
Shanghái, pese a estar entre el mar y los Taiping, no fue conquistada. En 1864
los Qing logran liberar Nankín. El uno de junio de ese mismo año, un mes antes
de que los combates por la ciudad terminasen, Hong se suicida, siendo sucedido
por su hijo, Hong Tianguifu, de 14 años. Será ejecutado en noviembre de ese
año. La rebelión Taiping se saldó con cerca de treinta millones de vida.
La
colaboración entre occidentales y chinos contra los Taiping no significó la paz
entre los Imperios coloniales y los Qing. Prueba de ello es la guerra
franco-china, de la que hablaré en la próxima entrada.
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