El 8 de febrero de 1904 la Armada Imperial Japonesa ataca por sorpresa y sin declaración de guerra previa los buques de la Armada Imperial Rusa anclados en Port Arthur (Lüshunkou), en la Península de Liaodong, en Manchuria. Estalla así la Guerra ruso-japonesa, considerada por muchos como la primera guerra moderna, una de las primeras del Siglo XX y que marcó un antes y un después, siendo la primera gran victoria de los japoneses frente a los europeos y señalando la decadencia del Imperio ruso.
Para comprender el origen de esta guerra hace falta remontarse varias décadas atrás, más concretamente a 1854 cuando los buques estadounidenses del Comodoro Matthew Perry llegaron a Japón y obligan a punta de pistola al país a abrirse a Occidente, algo que ya expliqué en mi entrada sobre los orígenes del autoritarismo nipón. Aún así, repetiré por encima los principales eventos de la época conocida como Bakumatsu (1853-1867) y los primeros años del reinado del emperador Mutsuhito, más conocido por su nombre póstumo, Meiji. A través del Tratado de Kanagawa se da fin al Sakoku, la radical política de aislamiento vigente en Japón, gobernado por el Shogunato Tokugawa el 1600, desde 1639 la cual prohibía la entrada de extranjeros en las islas, entrada castigada con la muerte. Este período se caracterizó por la lucha entre las fuerzas que buscaban establecer una monarquía unitaria bajo Mutsuhito y los seguidores del shogun, el caudillo que poseía el verdadero poder político en Japón desde tiempos medievales. Llegados a este punto es necesario explicar que hasta la llegada al poder de Meiji, la figura del emperador en Japón no era una figura política, sino una figura religiosa, un dios-ser humano (Arahitogami) según la religión sintoísta, estando el verdadero poder en manos del shogun. Las tensiones acabaron dando lugar a la Guerra Boshin (1868-1896), una guerra civil que concluyó con la victoria de los seguidores de Mutsuhito y la abolición del shogunato. Mutsuhito pone en marcha la industrialización del país y se forma un ejército moderno al estilo europeo y mientras las potencias europeas llevan a cabo campañas coloniales en África y el sur de Asia, Japón busca crear su propio Imperio colonial, empezando por la isla de Hokkaido, poblada por la etnia ainu.
En 1879 Japón invade el Reino de Ryūkyū, un estado vasallo del decadente Imperio chino, gobernado desde 1644 por Dinastía Qing, subordinada a Occidente desde las Guerras del opio de 1839-1842 y de 1856-1860. El otro principal estado vasallo de China era Corea, gobernada por la Dinastía Joseon desde 1392. Japón deseaba hacerse con el control de la península, lo que lleva en 1894, en el contexto de la rebelión religiosa Donghak, al estallido de la Primera guerra sino-japonesa. Además de en Corea, chinos y japoneses se enfrentan en Manchuria, el Mar Amarillo, el Mar de la China Oriental, la Península de Shandong y Formosa. La guerra concluye en 1895 con la Tratado de Shimonoseki. Japón obtiene Taiwán, las islas Pescadores y Liaodong.
Preocupados por el expansionismo nipón, Rusia, Francia y Alemania obligaron a Japón a devolver Liaodong a China en mayo de 1895 a cambio de una compensación económica. No obstante, la más importante consecuencia de la guerra fue la desaparición de la influencia china en Corea. Por consiguiente, comienza la rivalidad entre rusos y japoneses por el control de la península. Cuando en 1895 la emperatriz Myeongseong de Joseon pidió ayuda a Rusia para evitar la invasión japonesa, fue asesinada por agentes nipones.
Por su parte, el Imperio ruso, gobernado desde 1894 por Nicolás II, buscaba un nuevo puerto en el Océano Pacífico ya que su principal puerto en esta zona, Vladivostok, permanecía cuatro meses al año congelado. Port Arthur parecía un lugar ideal, al encontrase más al sur que Vladivostok, y al ser un lugar estratégico que permitía controlar el Mar Amarillo. En 1896, aprovechando la debilidad de la recién derrotada China, Rusia firma un acuerdo por el cual logra establecerse en Port Arthur así como acceso a todos los puertos de la decadente Dinastía Qing. En 1898 los rusos logran que los chinos les arrendasen durante veinticinco años la península de Kwantung, la península donde se ubicaba Port Arthur.
En 1900 estalla la Revuelta de los Bóxers, un levantamiento armado de los chinos contra la presencia extranjera. La Sociedad de la justicia y la concordia, bóxers para los occidentales debido a que practicaban artes marciales, estaban en secreto apoyados por la emperatriz Cixi. La revuelta será aplastada por la Alianza de las Ocho Naciones (Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia, Italia, Austria-Hungría, Estados Unidos y Japón). Rusia aprovecha y ocupa Manchuria, aunque solamente de forma temporal. No obstante, los rusos aprovechan la ocupación temporal de la región para construir el Ferrocarril del Sur de Manchuria, una de las más importantes infraestructuras de transporte del Lejano Oriente. Tras el fin de la ocupación, la línea continuará en manos rusas.
En resumen, podemos afirmar que la causa subyacente de la Guerra ruso-japonesa es el control de Corea y Manchuria, zonas de gran importancia estratégica y minera. Como bien se dijo antes, el 8 de febrero de 1904 los japoneses atacan Port Arthur. Al día siguiente tiene lugar la Batalla de Chemulpo (Incheon), un enfrentamiento naval que se salda con el hundimiento del cañonero de vela ruso Korietz y del crucero Varyag. Habrá que esperar hasta el 30 de abril para que una nueva batalla tenga lugar, la llamada Batalla del Río Yalu, frontera entre Manchuria y Corea, el primer enfrentamiento terrestre de la guerra. La batalla, una nueva victoria para Japón, se salda con la vida de mil japoneses y quinientos rusos. Entre el 24 y el 26 de mayo tiene lugar la Batalla de Nanshan en Manchuria, una nueva victoria del Ejército Imperial Japonés que avanzan sobre Port Arthur. Los rusos sufren una nueva derrota. Las tropas de tierra japonesas finalmente llegan a Port Arthur el día 1 de agosto de 1904, comenzando así un asedio que durará hasta el 2 de enero de 1905 y que concluye con una aplastante victoria nipona. Parte de la flota rusa intentó escapar de Port Arthur en dirección a Vladivostok, pero fue interceptada y derrotada en la Batalla del Mar Amarillo (10 de agosto), si bien ninguno de los bandos perdió ningún barco.
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