El fracaso del Gran Salto Adelante llevó a una serie de purgas dentro del Partido Comunista Chino (PCCh), purgas impulsadas por Mao, que pese a haber perdido poder dentro del partido, tenía un grandísimo apoyo popular. Si bien Liu Shaoqui en un principió defendió el Gran Salto Adelante, durante la primera mitad de la década de 1960 las diferencias entre este y Mao cada vez se hicieron más grandes. El PCCh acabaría por dividirse en una facción moderada, liderada por Liu y por Deng Xiaoping, ex alcalde de la importante ciudad de Chongqing y miembro de la Comisión Militar Central, y una facción radical liderada por Mao, su mujer Jiang Qing y Lin Biao, ministro de defensa tras la destitución de Peng Dehuai. Zhou Enlai se mantuvo relativamente neutral, centrándose en la diplomacia intencional en una época en la que China se estaba quedando sin aliados debido a la ruptura sino-soviética. Sin embargo, durante las etapas finales de su vida, ya en la década de 1970, acabó por posicionarse del lado de los moderados.
Con el objetivo de recuperar el liderazgo dentro del gobierno, Mao se valdría del apoyo de los estudiantes universitarios, a quienes movilizaría en uno de los más grandes movimientos sociales y políticos de la historia: La Gran revolución Cultural Proletaria. En la llamada Notificación de 16 de mayo Mao declaró que en el partido existen elementos que buscan sustituir la dictadura del proletariado por la dictadura de la burguesía . En julio el líder chino fue más lejos y llamó a Atacar los cuarteles generales, una frase con una difícil y ambigua interpretación pero que claramente hacía referencia a la oposición de Liu Shaoqi. Suele situarse el origen de campaña de represión y violencia política en agosto de 1966 cuando los estudiantes, organizados en grupos conocidos como Guardias Rojos, comenzaron a denunciar y perseguir a los profesores considerados revisionistas. La situación no tardó en volverse violenta: En lo que se conocería como el Agosto rojo de Pekín de 1966 más de mil setecientas personas fallecieron linchadas o en enfrentamientos callejeros. Peng Zhen, el alcalde de la capital, sería obligado a abandonar su puesto.
Lejos de ser un movimiento espontáneo, los sucesos de Pekín estuvieron impulsados por Mao y sus colaboradores más afines: Jiang Qing, Lin Biao, Chen Boda, Kang Sheng, Xie Fuzhi, Zhang Chunqiao y en menor medida Hua Guofeng. A diferencia de las purgas de Stalin, donde el líder soviético hizo uso de la policía política, la NKVD, para deshacerse de los elementos considerados contrarrevolucionarios, en China Mao dejó la represión en manos de las clases populares. Esto explica el carácter caótico de la Revolución cultural, en la que altos cargos del PCCh como Deng Xiaoping, cuyas ideas reformistas iban más allá que las de la oposición derechista a Stalin dentro de su partido, no fuesen ejecutados, al contrario que figuras de mucha menor relevancia, profesores universitarios por ejemplo. La violencia revolucionaria se extendió entre las clases populares y a diferencia de lo ocurrido en la URSS, rara vez se vivieron ejecuciones dentro de las altas esferas del PCCh.
La oleada revolucionaria, y las campañas de represión que la acompañaron, acabaron por extenderse a casi todas las regiones de China. Incluso en el Hong Kong británico y en el Macao portugués se vivieron disturbios reclamando la incorporación de la colonia a la China popular. En Hong Kong los enfrentamientos se saldaron con cincuenta y una muertes, tanto de policías como de manifestantes. Más grave fue lo ocurrido en Macao. Mientras que en el territorio británico las protestas cesaron y se restableció el control colonial, en Macao los disturbios pusieron en jaque a la administración colonial portuguesa. La muerte de ocho manifestantes llevó a que el gobierno colonial hubiese de emitir una disculpa oficial al gobierno chino, lo que generaría una fuerte crisis interna. Los grupos afines a la China popular aprovechan la pérdida de legitimidad de los portugueses y a través de sindicatos y organizaciones de comerciantes ponen en marcha una serie de políticas con el objetivo de barrer a los grupos afines al Kuomintang. Las escuelas vinculadas a la China nacional fueron cerradas y el ondear la bandera nacionalista pasó a ser considerado una acción ilegal.
Volviendo a la China continental, bajo la premisa de combatir los Cuatro Viejos (Viejas Ideas, Viejas Costumbres, Vieja Cultura y Viejos Hábitos) numerosos templos, mezquitas, iglesias cristianas y monumentos de la época imperial fueron destruidos. Incluso la tumba de Confucio fue atacada. Liu Shaoqi fue condenado a arresto domiciliario en 1967, falleciendo dos años después por desatención médica. Deng Xiaoping también sería condenado a arresto domiciliario y su hijo quedaría parapléjico tras ser arrojado por una ventana. El dramaturgo Lao She falleció ahogado en extrañas circunstancias en el Lago Taiping de Pekín tras ser humillado en las calles de la ciudad. Xi Zhongxun, padre del actual presidente Xi Jinping, también fue obligado a realizar una humillante sesión pública de autocrítica, el procedimiento más habitual durante la Revolución cultural.
Al ser un movimiento descentralizado, la suerte de las víctimas de esta campaña de violencia revolucionaria variaba considerablemente de un lugar otro. Los crímenes de los Guardias Rojos se explican debido al apoyo de Xie Fuzhi, ministro de Seguridad Pública de 1959 hasta su muerte en 1972 y firme defensor de la Revolución Cultural. Con el paso del tiempo los estudiantes se atrevieron incluso a enfrentarse a los elementos del ejército que consideraban revisionistas, con el beneplácito de Lin Biao. En la Revolución Cultural, fundamental fue el papel del Libro Rojo, un libro de citas de Mao Zedong publicado en 1964 y cuya lectura era una tarea prácticamente obligatoria. Saltó a la fama internacional por estar siempre presente en las manos de los Guardias Rojos. Alrededor del líder del partido surge un auténtico culto a la personalidad: La efigie de Mao aparecerá en todos los rincones de China en toda clase de carteles y murales propagandísticos. Cuando los Guardias Rojos llevaban a cabo sus campañas de hostigamiento y humillación, en la que los considerados revisionistas eran obligados a desfilar con carteles colgados al cuello con sus crímenes escritos en ellos, entonaban cánticos revolucionarios alabando a Mao, como la canción Navegar Los Mares Depende del Timonel, compuesta en 1964 por Wang Shuangyin. La letra canción decía:
Navegar los mares depende de el timonel,
la vida y el crecimiento dependen del sol.
La lluvia nutre los cultivos,
Hacer la revolución depende de Mao Zedong
El pez no puede dejar el agua,
Ni los melones dejar las parras.
Las masas revolucionarias no pueden dejar el partido.
¡El pensamiento de Mao Zedong es el sol que siempre brilla!
En octubre
de 1967 se reanudaron las clases universitarias tras un parón de un año que
había mermado la disciplina de los estudiantes. Debido a ello, Mao tuvo que
enviar a las universidades equipos de trabajo, una medida que ya había
propuesto Liu Shaoqi meses antes y que fue rechazada. Los Guardias Rojos no
estaban dispuestos a regresar a la normalidad y atacaron a los equipos por lo
que el gobierno, temiendo incidentes como el que se vivido en Wuhan en julio de
1967, en la que los Guardias Rojos se enfrentaron a los militares y obreros de
la ciudad, decidió poner en marcha una campaña por la cual más de doce millones
de jóvenes fueron enviados de las ciudades al campo. La economía china había
quedado seriamente dañada por la Revolución Cultural, razón por la cual Zhou
Enlai criticaría duramente a Lin Biao, a quien Mao nombraría sucesor. Pese a ser un protegido de Mao y a su relativa neutralidad, son muchos los cuadros del partido que ponen su mirada sobre Zhou.
Pese a su nombramiento como sucesor, Lin Biao nunca llegó al poder. El ministro de defensa chino fallecería junto a su familia el 13 de septiembre de 1971 cuando el avión en el que huye en dirección a la URSS se estrelló en Öndörkhaan en la República Popular de Mongolia. La versión oficial afirma que Lin y su familia intentaron huir tras descubrirse un plan derrocar a Mao. Otros argumentan que Lin simplemente huía ante el miedo de ser purgado, ya que su relación con otros altos cargos del PCCh, como Zhou Enlai, era bastante delicada, por no decir pésima. El final de la etapa más radical de la Revolución Cultural suele situarse con la muerte de Biao, que paso a ser considerado un traidor. Se popularizó el lema ¡Critica a Lin, critica a Confucio! que sería utilizado de forma indirecta para criticar a Zhou Enlai y otros veteranos del PCCh. En líneas generales, la última década del maoísmo estaría marcada por las contradicciones, con el partido afirmando que La Rebelión está justificada, frase que se convertiría en una de las más icónicas del maoísmo, a la vez que se reprimía a todo opositor y se practicaba un culto a la personalidad de Mao de dimensiones nunca antes vistas.
A nivel
internacional, la Revolución cultural era mal vista no sólo por los países
capitalistas, sino por la mayoría de socialistas, empezando por la Unión
Soviética de Leonid Brezhnev, tachada de revisionista por Mao Zedong y que cada
vez tenía una peor relación con el que a comienzos de la década de 1950 fue su mejor
aliado. Entre los países que sí apoyaron la revolución se encuentran la Albania
de Enver Hoxha y la Rumanía de Nicolae Ceaușescu, quienes llevaron a cabo Revoluciones
culturales a pequeña escala dentro de sus territorios. La Revolución Cultural
también influiría en los grupos estudiantiles de mayo de 1968, si bien estos eran
por lo general grupos liberales y antiautoritarios, lo que hace que el apoyo y
admiración de la Nueva Izquierda europea a China sea un caso curioso y
contradictorio.
Las
relaciones entre China y la URSS llegaron a su punto más bajo en 1969 con una
disputa por el control de la Isla de Zhenbao en el Río Ussuri, en la frontera
entre ambos países, la cual no estaba bien definida. Los enfrentamientos, que
se extenderán entre marzo y septiembre costarán la vida a sesenta soldados
soviéticos y setenta y dos chinos. La pésima situación de las relaciones Pekín-Moscú
llevó a un acercamiento de China a Estados Unidos, obra de Zhou Enlai y del secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger. En febrero de 1972 Richard
Nixon, presidente de los Estados Unidos, visita la República Popular China y en
1979 el gobierno de Jimmy Carter dejará de reconocer a la República de China en Taiwán, gobernada por aquel
entones por Chiang Ching-kuo, hijo de Chiang Kai-shek, para pasar a reconocer
solamente al gobierno de Pekín. El acercamiento de China a Occidente se vio
reforzado igualmente por la Resolución 2758 de la Asamblea General de la ONU en
1971, en la que se dejó de reconocer al régimen de Chiang como representante de
China para dar paso al régimen de Mao. La China nacional se vio obligada a
ceder todos sus asientos a la China Popular, incluyendo el del Consejo de
Seguridad.
Volviendo
a la situación interna de China, tras la muerte de Biao, la rama más radical
del PCCh se concentró alrededor de la Banda de los Cuatro, formada por Jiang
Qing y sus tres más estrechos colaboradores: Zhang Chunqiao, Yao Wenyun y Wang
Hongwen. Sin embargo, la Revolución cultural estaba perdiendo fuerza, al igual
que el propio Mao Zedong. El tema de la sucesión vuelve a estar sobre la mesa.
El elegido fue Hua Guofeng, ministro de seguridad pública desde 1973. Cuando Zhou
Enlai fallece el 8 de enero de 1976, el puesto de Primer ministro es ocupado
por Hua quien, presionado por la Banda de los Cuatro, prohíbe las manifestaciones
públicas de duelo por la muerte del líder revolucionario. El malestar por esta
decisión se hace sentir en una serie de protestas contra el gobierno.
Cuando Mao
Zedong fallece el 9 de septiembre de 1976, Hua hereda los cargos de Secretario
General del Partido Comunista Chino y de la Comisión Militar Central. Tras la
muerte del Gran Timonel, las
diferencias entre Hua y la Banda de los Cuatro se hacen cada vez mayores. Sin
embargo, Hua contaba con una importante ventaja sobre sus opositores: el apoyo
del ejército, cansado de las continuas purgas producto de la ya casi finalizada
Revolución cultural que tanto defendía la facción de Jiang Qing. El 6 de
octubre, poco menos después de un mes después de la muerte de Mao, los integrantes
de la Banda de los cuatro son arrestados junto a muchos de sus colaboradores. En
1981 serían juzgados por su papel en la represión de la Revolución Cultural.
Jiang Qing y Zhang Chunqiao fueron condenados a muerte, pero sus penas
finalmente serían conmutadas por la cadena perpetua, la misma pena que recibió Wang
Hongwen. Yao Wenyuan fue condenado a veinte años de prisión.
El gobierno de Hua Guofeng fue breve: En 1980 el cargo de Primer ministro de China pasó a Zhao Ziyang y en 1981 Hu Yaobang se convierte en el nuevo Secretario General del Partido Comunista Chino. Ese mismo año Deng Xiaoping obtendrá el cargo de presidente de la Comisión Militar Central. El cargo de presidente de la República Popular China, que había sido eliminado durante el caos de la Revolución cultural fue restablecido en 1983, ocupado por Li Xiannian. Sin embargo, el verdadero poder estaba en manos de Deng, quien llevó a cabo el giro de China hacia la derecha con su política de socialismo con características chinas. La China moderna que conocemos a día de hoy nace con Deng.
Comentarios
Publicar un comentario