Tras el fracaso de la Operación Tifón, la mayoría de los combates en el Frente oriental se localizaron en Demyansk, donde más de cien mil soldados alemanes se vivieron acorralados por los soviéticos hasta que en abril de 1942 se rompe el cerco, y en Járkov, donde el 12 de mayo una fuerza de seiscientos mil soviéticos al mando de Timoshenko trató de recuperar la ciudad, defendida por trescientos mil alemanes, fracasando en el intento.
En los territorios
ocupados por los alemanes existe una fuerte resistencia, sobre todo en
Bielorrusia. Al mando de las fuerzas de ocupación de esta región se encontraba
Wilhelm Kube, quien odiaba por igual a judíos y eslavos. Llegó incluso a
barajar la idea de destruir Minsk en su totalidad y, una vez terminada la
guerra, construir una ciudad alemana de nombre Asgard. Kube sería asesinado en
1943 por partisanos bielorrusos.
Por otro
lado, si bien existieron grupos partisanos en Ucrania y el Báltico, en estas
regiones el colaboracionismo era bastante común, algo que ya dije en la anterior entrada: más de veinte mil estonios y ochenta mil letones sirvieron en las
Waffen-SS. En Ucrania, más de ochenta mil personas se unieron a la 14ª División
de Granaderos SS. Dentro de la Wehrmacht también existieron unidades
ucranianas, como el llamado Ejército Ucraniano de Liberación. A todo esto hay
que sumar los grupos irregulares de nacionalistas ucranianos como la
Organización de Nacionalistas Ucranianos de Stepán Bandera. También hubo rusos
que colaboraron con los invasores, como los diez mil miembros de la SS
Sturmbrigade RONA, también conocida como Brigada Kaminski en referencia a su
líder, Bronislav Kaminski. Sería utilizada como fuerza policial en la
retaguardia, llevando a cabo tareas de represión y lucha anti partisana.
También
existió un elevado colaboracionismo por parte de pueblos centroasiáticos y
caucásicos, que habían sido víctimas de represión durante la década de 1930:
Dentro de la Wehrmacht encontramos la 162.ª División de Infantería Turcomana,
que sería desplegada por los alemanes en Yugoslavia y el Frente occidental,
sirviendo en las campañas de Italia y Normandía así como las legiones de
Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Idel-Ural, norcaucásica y Legión Musulmana
Caucásica, así como el Cuerpo
de Caballería Calmuco. Con el paso del tiempo, muchas de estas unidades acabarían
integradas dentro de las Waffen-SS.
La
represión alemana en territorio soviético se caracterizó por la intervención de
grupos mixtos, compuestos por militares de la Wehmacht, las Waffen-SS, la
Gestapo y colaboracionistas locales. Dentro de este aspecto cabe destacar la SS-Sturmbrigade
Dirlewanger, una de las más siniestras y brutales unidades de la guerra, un
batallón de castigo formado por crimínales de todo tipo a los que se les ofrecía
la libertad a cambio de combatir en la guerra. Mismamente, su líder, Oskar
Dirlewanger, había estado condenado por pederastia. Su unidad es tristemente célebre
por llevar a cabo campañas de limpieza étnica contra bielorrusos, judíos y
polacos que muchas veces involucraban el exterminio y destrucción de pueblos enteros.
En 1944 durante el Levantamiento de Varsovia, la unidad fue una de las responsables
de la Masacre de Wola, en la que cerca de cien mil personas, incluyendo muchos
pacientes de hospital, fueron masacrados. Tras la guerra, Dirlewanger fue
asesinado a golpes por soldados polacos.
Debido a
su oposición a la URSS y sobre todo a Reino Unido, los nazis también contaban
con apoyo en Irán, donde el rey Reza shah había recurrido a ingenieros y
técnicos alemanes en su intento de modernizar la industria persa. El gobierno
de Churchill temía que el Eje se hiciese con el control de los pozos petrolíferos
del país, en su mayoría bajo el control de la empresa británica Anglo-Persian
Oil Company. Una hipotética adhesión de Irán al Eje no sólo aumentaría las
reservas de crudo de Alemania, sino que privaría al Reino Unido de una muy
importante parte de las suyas. Stalin por su parte, temía un ataque directo de
los iraníes a través del Cáucaso. Además, los soviéticos querían que Irán
estuviese de su parte, pues los ferrocarriles persas serían de una gran
utilidad para enlazar la Unión Soviética con los puertos del Golfo Pérsico,
evitando así la peligrosa ruta del océano Ártico.
Reino
Unido y la Unión Soviética pidieron al gobierno de reza Shah que expulsase a
todos los técnicos alemanes de Irán. Ante la negativa del monarca, el 25 de
agosto de 1942 comienza la invasión anglo-soviética de Irán, que concluye el
día 31 con un aplastante éxito. Solamente morirán cuarenta soldados soviéticos
y veintidós británicos frente a ochocientos iraníes. Reza shah abdicará en su
hijo, Reza Pahleví, el que será el último emperador de Irán.
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