Como bien había quedado patente con el llamado Grupo anti partido de 1957, la oposición a Kruschev dentro del PCUS era considerablemente grande. Tras la purga de este grupo, el principal opositor al líder soviético era Leonid Brezhnev, si bien hasta el momento de llevar a cabo el golpe de Estado que destituyó a Kruschev evitó mostrar su oposición al ucraniano. Con un asiento en el Comité Central desde 1952 y miembro de pleno derecho del politburó desde 1957, en octubre de 1964 protagonizó junto al también miembro del politburó Mijaíl Súslov y al director de la KGB Vladímir Semichastny un golpe contra Kruschev, aprovechando que este se encontraba de vacaciones en Pitsunda, Abjasia. El golpe no fue violento y tras ser cesado, a Kruschev se le dio una pensión mensual de quinientos rublos y una dacha donde viviría hasta su muerte en 1971.
Brezhnev gobernaría codo con codo con el primer ministro Alekséi Kosyguin y el presidente del Presídium del Soviet Supremo de la URSS, es decir, el jefe del Estado, Nikolai Podgorny en una troika que duraría hasta 1977, año en el que Brezhnev se haría con el cargo de Podgorny. Mijaíl Súslov sería vicesecretario del PCUS hasta su muerte en 1982. Y es que Brezhnev y su grupo permaneció en poder hasta el momento de su muerte: Brezhnev y Súslov fallecieron en el cargo y Kosyguin lo abandonó tres meses antes de su fallecimiento. A la época de Brezhnev se la conocería, sobre todo en el extranjero, como gerontocracia, en referencia a la elevada edad de los gobernantes.
La conocida como Política de estabilización puesta en marcha por Brezhnev trató de poner fin al revisionismo de Kruschev. Si bien la figura de Stalin fue parcialmente recuperada, las políticas del nuevo líder soviético eran más cercanas a las de Kruschev que a las de Stalin. La represión siguió siendo escasa y el sistema GULAG no volvió. Fue la época de esplendor de la Unión Soviética, con una elevada calidad de vida. Entre 1960 y 1970 la producción agrícola aumentó a un ritmo de un 3% anual. La industria también mejoró: durante el Octavo Plan Quinquenal (1966-1970), la producción minera e industrial aumentó en un 138% en comparación con 1960. En 1965 Kosygin implementó una reforma económica, obra del economista ucraniano Evsei Liberman, a través de la cual se comenzó a utilizar la rentabilidad y las ventas como indicadores económicos, fuertemente criticada por los marxistas-leninistas ortodoxos que la veían como una adopción parcial de las tesis capitalistas.
Si bien el principal criticado por los autodenominados marxistas antirrevisionistas es Kruschev, Brezhnev se mostró continuista con las políticas de su antecesor e incluso, en el contexto de la ruptura sino-soviética, el Kruschevismo sin Kruschev, como le gustaba decir a Mao, se agudizó. Brezhnev y su gobierno, al igual que Mao en China y Hoxha en Albania, se retrataban como los verdaderos socialistas, acuñándose dentro de la URSS el término de socialismo realmente existente. Esto chocaba con las tesis de los marxistas ortodoxos y antirrevisionistas, los cuales, en la mayoría de los casos, afirman que ni siquiera Stalin alcanzó el socialismo, quedándose en al fase de capitalismo de Estado. Muchos críticos de Brezhnev afirman que el líder dejó de lado la búsqueda del socialismo y que en vez de mirar hacia un objetivo en el futuro, como habían hecho los gobiernos previos, se centró en el pasado, más concretamente en la Gran Guerra Patria, la Segunda Guerra Mundial. Para estos críticos, el elemento legitimador de la existencia de la URSS como nación dejó de ser el progreso hacia el socialismo y el comunismo para pasar a la victoria sobre el nazismo en 1945.
Brezhnev también se mostró continuista en el ámbito exterior, con una política enfocada al Tercer Mundo y mostrándose cada vez más distante con los partidos comunistas de Europa occidental, que cada vez se iban alejando más de la órbita soviética para adoptar posturas reformistas y pactistas, siendo el Eurocomunismo el más claro ejemplo, dejando de lado las tesis revolucionarias. En el contexto de la Guerra Fría apoyaría a Vietnam del Norte en su guerra contra el sur y Estados Unidos, si bien la URSS no llegó a mandar tropas al país asiático más allá de asesores y un pequeño contingenté de pilotos. Por otro lado, la URSS apoyaría a numerosos grupos y gobiernos comunistas de África como el Movimiento Popular de Liberación de Angola o el Derg etíope de Mengistu Haile Mariam. Muchos de estos grupos y gobiernos adoptaron el comunismo, aunque fuese solamente en el nombre, con el deliberado objetivo de ganarse el apoyo soviético.
También el apoyo al mundo árabe en
sus constantes guerras contra Israel continúo e incluso aumentó. Tras la
derrota de los egipcios y sirios en la Guerra de los seis días de 1967, la URSS y sus
satélites del Pacto de Varsovia, con la excepción de Rumanía, cortaron
relaciones con Israel. A los judíos soviéticos que deseaban emigrar al país
hebreo se les prohibió salir de la Unión Soviética.
La
relación con Estados Unidos era relativamente tranquila, por no menos durante finales de la década de 1960 y la mayoría de la de 1970, lo que se vería
reflejado en la misión espacial conjunta Apollo–Soyuz de 1975 y en los Acuerdos
SALT de 1972 y 1979, los cuales buscaban limitar el número de misiles
antibalísticos de ambos países. No se puede decir lo mismo de las relaciones
con China. Mao Zedong consideraba que Brezhnev era igual de revisionista que
Kruschev. Además, la India y la Unión Soviética, debido al apoyo estadounidense
a Pakistán y a que ambos países tenían una mala relación con China, acabaron
por convertirse en unos buenos aliados. Las tensiones entre este país y la Unión Soviética desembocaron en 1969 en una guerra fronteriza por el control de la isla de Zhenbao que se saldó con decenas de muertos. Esto llevó a que China
acabase llevando a cabo un acercamiento a Estados Unidos, materializado en la
visita de Richard Nixon al país en 1972. La enemistad entre China y la URSS
volvió a hacerse patente durante la invasión vietnamita de Camboya en 1978,
país gobernado por los Jemeres Rojos, una milicia maoísta cercana a China. Este
país respondió invadiendo las regiones septentrionales de Vietnam, país aliado
de la URSS, en 1979.
El mayor
problema internacional al que tuvo que hacer frente el gobierno de Brezhnev
ocurrió en Checoslovaquia, uno de los más importantes miembros del Pacto de
Varsovia. El 5 de enero de 1968 el reformista Alexander Dubček es elegido como
Secretario General del Partido Comunista Checoslovaco (KSČ). El nuevo líder
pondrá en marcha una serie de medidas que se conocerían como socialismo con rostro humano, una
liberalización del sistema socialista que buscaba alejarse del modelo
soviético-brezhneviano. En marzo, la censura se reduce considerablemente hasta
el punto de la práctica desaparición de la misma. Se llegó incluso a considerar
la posibilidad de adaptar un sistema multipartidista. Estas dos medidas
molestaron profundamente a los gobiernos de la URSS y de otros países del Pacto
de Varsovia, que veían como la situación vivida en Hungría en 1956 se repetía.
Por otro lado, el clima de liberalismo con tintes socialistas vivido en
Checoslovaquia tenía bastantes similitudes con la Nueva Izquierda que se estaba formando en Europa occidental y protagonizaría las protestas de mayo de 1968 en Francia, una izquierda a la que los soviéticos se oponían.
La
Primavera de Praga, nombre por el cual se conoció a este período de
liberalizaciones, llegó a su fin en agosto cuando la URSS y los países del
Pacto de Varsovia, con la excepción de Albania y Rumanía, invadieron
Checoslovaquia con el objetivo de poner fin a las medidas liberales de Dubček. Fallecieron
ciento treinta y siete civiles checoslovacos frente noventa y seis soviéticos,
de los cuales ochenta y cuatro murieron en accidentes, diez polacos, cuatro
húngaros y dos búlgaros. La invasión no fue condenada solamente por los países
del bloque capitalista: China, Rumanía, Yugoslavia y Albania también la
criticaron. La crisis sirvió de excusa para que Albania, descontenta con el
revisionismo de Brezhnev, abandonase el Pacto de Varsovia. Finalmente, a
comienzos de 1969 Gustáv Husák, más afín a la URSS, remplazó a Dubček como secretario
general del KSČ. La invasión también provocó un distanciamiento entre la URSS y
los partidos comunistas de Europa occidental, sobre con los de Italia y Francia,
que condenaron la invasión y adoptaron posturas eurocomunistas, más cercanas a
la Nueva Izquierda y a la socialdemocracia que al modelo soviético.
A
diferencia de Kruschev, el gobierno de Brezhnev fue estable y no hubo intentos
por parte de otros miembros del partido por echarle del poder. Sí que hubo
intentos por parte de algunos militares de escasa importancia como el capitán Valeri
Sablin, quien en 1975 dirigió la fragata lanzamisiles Storozhevoy hacia
Leningrado en un intento de poner en marcha una revolución contra el gobierno
de Brezhnev, al que consideraba traidor al leninismo. El barco fue interceptado
y al año siguiente Sablin fue ejecutado.
Fue a finales
de la década de 1970 cuando el gobierno soviético comenzó a experimentar una serie
de problemas en el ámbito económico, con un estancamiento cada vez mayor y una
falta de innovación que hizo que la industria soviética fuese incapaz de
competir en campos como la informática. Como bien expliqué en otra entrada,
esto, sumado a la desastrosa guerra en Afganistán, allanaría el terreno hacia
la caída de la URSS en 1991.
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Véase también: Guerra afgano-soviética, Guerra de Vietnam y Conflicto palestino
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