Para mediados de la década de 1930 la guerra a gran escala entre el Imperio de Japón y China estaba ya en el horizonte. Sin embargo, el gigante asiático no fue el único país con el que Japón peleó durante los caóticos años que precedieron al estallido de la Segunda Guerra Mundial: la creación de Manchukuo en 1932 fue mal recibida por los gobiernos de la Unión Soviética y la República Popular de Mongolia, que temían que los japoneses avanzasen hacia el norte, algo que ya había ocurrido durante la Guerra civil rusa. Además, las fronteras entre China, Mongolia y Rusia no estaban bien definidas, algo que había quedado patente durante el incidente fronterizo de 1929 del que hablé en la anterior entrada. En enero de 1935 tiene lugar el Incidente del Templo Khalkhyn, un encontronazo entre los ejércitos de Mongolia y Manchukuo que se salda con más de cincuenta muertes. Fue el primero de varios enfrentamientos fronterizos en la zona, los cuales irían aumentando con el paso del tiempo.
Por otro lado, el 28 de enero de 1932 en
Shanghái un monje budista nipón es asesinado por manifestantes anti japoneses,
lo que da lugar a una serie de enfrentamientos callejeros entre civiles, paramilitares y soldados chinos y las tropas japonesas, que al igual que los países occidentales
contaban con presencia militar en la ciudad. Tras casi tres meses de lucha, se firma
un alto al fuego el 3 de marzo. Esta primera Batalla de Shanghái se suele denominar como Incidente de Shanghái para diferenciarla de la que sufrirá la urbe en 1937.
Son muchos
los altos cargos militares japoneses que buscan iniciar una guerra a gran escala con China.
En 1933 los nipones lanzan la Operación Nekka, también conocida como Batalla de
Gran Muralla, una incursión en la zona del Paso Shanhai, el extremo oriental de
la Gran Muralla China. Los enfrentamientos concluyen en mayo con la victoria japonesa
y la firma de la Tregua de Tanggu, que permite la extensión de la influencia
japonesa en la zona al sur de Manchukuo, con la retirada de las tropas chinas en las zonas al norte de Pekín y Tianjin. Sin embargo, habrá que esperar hasta cuatro años después de la Operación Nekka para presenciar el estallido definitivo de la Segunda Guerra Sino-japonesa.
Es al
norte de Pekín, en el Puente de Marco Polo, donde comienza la guerra cuando el 7 de julio de 1937 un soldado japonés, que se había
separado de su formación para ir a hacer sus necesidades, se pierde. Los oficiales al mando creerán que ha sido hecho prisionero por los chinos. Esto lleva a una escalada de las tensiones
que lleva al enfrentamiento armado con las unidades chinas de la zona. Si bien los
mandos locales trataron de solucionar el problema por la vía diplomática, el primer ministro japonés Fumimaro Konoe ve en el incidente la excusa perfecta para iniciar una
guerra contra China. El 25 de julio los japoneses entran en Pekín y Tianjin,
donde se encuentran con una feroz resistencia. Las batallas finalizan el día 8
de agosto con una aplastante victoria nipona.
La siguiente ciudad en ser tomada por los japoneses será Shanghái, comenzando la batalla por la importante ciudad el día 19 de agosto. Para mediados de noviembre las tropas de Iwane Matsui ya controlaban toda la ciudad con la excepción de las concesiones internacional y francesa, que no fueron atacadas. Más importante fue la toma de la capital, Nankín. El 1 de diciembre una fuerza de cerca de dos mil japoneses, al mando de Matsui y del Príncipe Asaka, penetran en la urbe. El gobierno de Chiang kai-shek traslada la capital a Chongqing, en el interior de China. El día 12 el cañonero estadounidense USS Panay, que se encontraba en el Río Yangtzé, es alcanzado por la aviación japonesa, provocando tres muertes y aumentando las tensiones entre Japón y Estados Unidos, potencias comerciales rivales. Además, los nipones saquearon propiedades estadounidenses e incluso el cónsul John Allison fue agredido. Esta nueva campaña japonesa puso en alerta a los estadounidenses quienes no permitían que el Imperio Japonés se constituyese como una potencia de primer orden en el entorno del Pacífico, escenario que los norteamericanos querían dominar, sobre todo en lo que al ámbito comercial se refiere. La rivalidad económica entre Estados Unidos y Japón fue la verdadera causa del estallido de una guerra entre ambas potencias en 1941.
Tras la
victoria japonesa en la capital tiene lugar la tristemente célebre Masacre de Nankín en la que, según algunas fuentes, cerca de medio
millón de chinos son masacrados por el Ejército Imperial. Se llevan a cabo violaciones,
torturas, enterramientos de personas vivas, un concurso de decapitaciones entre los oficiales Toshiaki Mukai y Tsuyoshi Noda y un
largo etcétera de atrocidades.
El 12 de diciembre en Xi'an Chiang kai-shek es secuestrado por un grupo de oficiales del Kuomintang liderados por Chang Hsueh-liang, quienes le obligan a firmar la tregua con los comunistas de Mao Zedong. Se constituye el Segundo Frente Unido, una alianza entre nacionalistas y socialistas con el objetivo de hacer frente a la invasión. En el frente de batalla, tras la toma de Nankín los japoneses parten hacia el interior de China. Chongqing sufrirá constantes bombardeos por parte de los aviones del Ejército Imperial. Más de diez mil civiles fallecieron en la ciudad entre 1938 y 1944. En un desesperado intento de frenar el avance japonés, los chinos deciden destruir presas y diques del Río Amarillo, lo que provoca graves inundaciones que se saldan con miles de vidas. A partir de 1938 los japoneses comienzan a hacer uso a gran escala de armas químicas como el gas mostaza, el cual ya había sido utilizado de forma esporádica en batallas como la de Shanghái.
Las
tensiones entre Japón y la URSS aumentan considerablemente tras el inicio de la
guerra total contra China. Entre julio y agosto de 1938 tiene lugar la Batalla
del Lago Jasán, en territorio soviético, finalizada con un alto al fuego. Le
sigue la Batalla de Jaljin Gol entre mayo y septiembre de 1939 que concluye con
una aplastante victoria de las tropas soviéticas de Gueorgui Zhúkov y sus
aliados mongoles. Por otro lado, el gobierno de Stalin, tras la firma de un tratadod e no agresión el 21 de agosto de 1937, comenzará a ayudar a China suministrando armas y suministros. Así mismo, al igual que en la Guerra civil española, se formará un grupo de pilotos voluntarios, los cuales comenzarán a combatir a las unidades aéreas del Ejército y la Armada Imperial sobre los cielos de China ya desde finales de 1937.
También a finales de ese año comienza la Mediación de Trautmann, un fallido intento por parte del embajador alemán de lograr la firma de un alto al fuego. Más allá del Pacto Antikomintern de 1936, Alemania todavía no se había aliado formalmente con Japón y el gobierno nazi se mostraba dividido en si apoyar a los nipones o conservar unas buenas relaciones con China, que hasta básicamente el estallido de la Segunda guerra sino-japonesa, era el mayor aliado de Alemania en Asia, sobre todo en el ámbito económico e industrial. El apoyo soviético a Chiang acabó por posicionar a los nazis del lado de Japón.
En octubre de 1938, los japoneses toman Wuhan. Además, los nipones llevaron a cabo desembarcos en el sur del país, en Cantón, Guangxi y la isla de Hainan, si bien el grueso de las operaciones se localizaba en el centro de China. En septiembre de 1939 los japoneses sufren una dura derrota en la Primera Batalla de Changsha. Harían falta tres intentos más por parte de los nipones para conquistar la ciudad, algo que no lograrán hasta 1944 durante la Operación Ichi-Go.
Se
establecen una serie de gobiernos títere: En diciembre de 1937 el llamado
Gobierno Provisional de la república de China, con capital en Pekín; al año
siguiente el Gobierno Reformado de China, con capital en Nankín, y en 1939 Mengjiang, un estado satélite mongol en la
frontera con Manchukuo. Los tres gobiernos se fusionarán en 1940 para dar lugar
a un único Estado con capital en Nankín, llamado República de China y con Wang
Jingwei, el que fue líder de la facción izquierdista del Kuomintang, en el
poder. No obstante, Mengjiang logró conservar cierta autonomía, siendo empleado por los japoneses como una alternativa anticomunista a la vecina República Popular de Mongolia. Al frente de este Estado se puso a
El expansionismo japonés en China, y sobre todo en Indochina en 1940, provocaron sanciones y embargos por parte de los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido y los Países Bajos, que, pese a haber sido invadidos por los nazis en 1940 conservaban Indonesia, rica en petróleo. Esto llevará a Japón, tras firmar un acuerdo de paz con los soviéticos, a declarar la guerra a estos países. La Segunda Guerra sino-japonesa fue el verdadero origen de la Segunda Guerra Mundial en Asia.
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