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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO. PRIMERA PARTE: LOS ORÍGENES

¿Qué es el fascismo? No cabe duda de que es un término que a día de hoy se utiliza de forma indiscriminada para atacar a rivales políticos y cuyo sentido original hace mucho que se ha perdido. Se suele interpretar al fascismo como una ideología de derechas, pese a que los fascistas originales, los italianos, se autoproclamaban como partidarios de una tercera posición, contraria tanto al marxismo como al liberalismo capitalista.

En primer lugar, a la hora de analizar el fascismo, debemos tener en cuenta que socialismo y marxismo no son sinónimos. En la teoría marxista, el socialismo es una fase histórica previa al comunismo, siendo esta última la fase en la que las clases sociales, e incluso el trabajo como tal, son abolidas. Pero el socialismo como concepto es anterior al marxismo, una teoría que forma parte del llamado socialismo científico, un término acuñado por el anarquista Pierre-Joseph Proudhon para diferenciarse de los socialistas utópicos de comienzos del Siglo XIX como Robert Owen, Henri de Saint-Simon o Charles Fourier. Si ignoramos la concepción marxista, el socialismo como tal es un término increíblemente amplio que aglutina una amplísima gama de ideologías, desde el anarquismo de Bakunin hasta el chavismo del Siglo XXI, pasando por los social-revolucionarios rusos de comienzos del Siglo XX y por el llamado sindicalismo revolucionario, un movimiento que pese a estar fuertemente relacionado con el anarquismo, supondría el germen del fascismo.

Considero que la mejor forma de hacer una introducción al fascismo, es insertando el Manifiesto fascista pronunciado el 23 de marzo de 1919 por Mussolini en Milán:

¡Italianos!

He aquí, el programa de un movimiento puramente italiano. Revolucionario por ser anti dogmático y anti demagógico; fuertemente innovador por ser anti-prejuicioso. Nosotros ponemos la valorización de la guerra revolucionaria por encima de todo y de todos. Los otros problemas: burocracia, administración, jurídicos, escolares, coloniales, etc. Los delinearemos cuando organizamos la clase dirigente. Por esto, nosotros queremos:

Para el problema político:

-El sufragio universal con escrutinio de listas regionales con una representación proporcional, el derecho de voto y que puedan ser elegidas las mujeres.

-La disminución de la edad mínima a 18 años y la de los diputados, a 25 años.

-La abolición del Senado.

-La convocatoria de una Asamblea nacional por un plazo de tres años, cuya primera tarea será la de establecer la forma constitucional del Estado.

-La formación de un Consejo Nacional de trabajadores técnicos, de la industria, del transporte, la higiene social, de las comunicaciones etc. Electo por la colectividad profesional o por ocupación, con poderes legislativos y derecho de elegir un comisario general con poderes de ministro.

Para el problema social:

-La promulgación de una ley de Estado que dé a todos los trabajadores una jornada legal de ocho horas de trabajo.

-Salarios mínimos.

-La participación de los representantes de los trabajadores en el funcionamiento técnico de las industrias.

-La administración de las industrias y servicios públicos por las mismas organizaciones proletarias (cuando éstas sean dignas de ello, moral y técnicamente).

-La rápida y completa sistematización de los servicios ferroviarios y todas las compañías del transporte.

-Una modificación necesaria del proyecto de ley de seguridad de invalidez y de jubilación, en que se disminuya el límite de edad propuesto de 65 a 55 años.

·Para el problema militar:

-La creación de una milicia nacional con breves periodos de instrucción con un rol defensivo.

-La nacionalización de todas las fábricas de armas o explosivos.

-Una política exterior nacional que sea puesta en valorización, en concordancia con la competencia pacífica de las civilizaciones, de la nación italiana en el mundo.

·Para el problema financiero:

Un fuerte impuesto extraordinario sobre el capital con carácter progresivo que tenga la forma de una verdadera expropiación de todas las riquezas.

La confiscación de todos los bienes de las congregaciones religiosas y la abolición de todas las bulas episcopales que constituyen una enorme responsabilidad para la Nación y un privilegio para unos pocos.

La revisión de todos los contratos de suministro en la guerra y el secuestro del 85% de las ganancias por la guerra.

Como podemos ver, el fascismo primigenio tenía un fuerte componente socialista, o social (término que siempre prefirieron los fascistas), algo que ya adelanto, fue abandonado por Mussolini tras la llegada al poder del Partido Nacional Fascista (PNF) en 1922. Y es que el fascismo tiene su origen, en primer lugar, en facciones marginales del Partido Socialista Italiano (PSI), fundado en 1892, y, en segundo lugar, en el movimiento artístico del futurismo, una de las más importantes vanguardias de comienzos del Siglo XX. Benito Mussolini fue uno de los más activos y radicales miembros del PSI, quien en 1902 huyó a Suiza huyendo del servicio militar obligatorio. Llamado Benito por su padre, un nacionalista admirador de Mazzini y Garibaldi, en honor al presidente mexicano Benito Juárez, desde su juventud mostró admiración por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche y por el sindicalista francés Georges Sorel, una de las más polémicas figuras del movimiento obrero de inicios del Siglo XX debido a su fuerte nacionalismo. Pese a ser considerado demasiado radical por muchos miembros del partido, Mussolini lograría ser director del Avanti! el periódico oficial del PSI.


El vanguardista Filippo Tomasso Marinetti, fundador del futurismo, un estilo artístico marcado por la exaltación de la velocidad, la tecnología, la guerra y la violencia. Este estilo artístico estaría estrechamente relacionado con el fascismo.

Respecto a la influencia del futurismo en el fascismo, es necesario explicar que, desde la publicación del Manifiesto fascista de Filippo Tommaso Marinetti en 1909, el movimiento había estado fuertemente politizado, abogando, desde un punto de vista a medio camino entre lo artístico y lo real, por la guerra y el culto a la tecnología y a lo industrial. Al igual que con el Manifiesto fascista, cuyos verdaderos autores eran Marinetti y el sindicalista Alceste de Ambris, considero que la mejor forma de entender el pensamiento futurista es mediante la inserción en esta entrada de su breve manifiesto, también obra de Marinetti:

1.    Queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad. 

2.    El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía. 

3.    Nuestra pintura y arte resalta el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.

4.    Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad.

5.    Queremos alabar al hombre que tiene el volante, cuya lanza ideal atraviesa la Tierra, lanzada ella misma por el circuito de su órbita.

6.    Hace falta que el poeta se prodigue con ardor, fausto y esplendor para aumentar el entusiástico fervor de los elementos primordiales.

7.    No hay belleza sino en la lucha. Ninguna obra de arte sin carácter agresivo puede ser considerada una obra maestra. La pintura ha de ser concebida como un asalto violento contra las fuerzas desconocidas, para reducirlas a postrarse delante del hombre.

8.    ¡Estamos sobre el promontorio más elevado de los siglos! ¿Por qué deberíamos protegernos si pretendemos derribar las misteriosas puertas del Imposible? El Tiempo y el Espacio morirán mañana. Vivimos ya en lo absoluto porque ya hemos creado la eterna velocidad omnipresente.

9.    Queremos glorificar la guerra —única higiene del mundo—, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, las ideas por las cuales se muere y el desprecio por la mujer.

10. Queremos destruir y quemar los museos, las bibliotecas, las academias variadas y combatir el moralismo, el feminismo y todas las demás cobardías oportunistas y utilitarias.

11. Cantaremos a las grandes multitudes que el trabajo agita, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las mareas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas; cantaremos al febril fervor nocturno de los arsenales y de los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas devoradoras de serpientes que humean, en las fábricas colgadas en las nubes por los hilos de sus humaredas; en los puentes parecidos a gimnastas gigantes que salvan los ríos brillando al sol como cuchillos centelleantes; en los barcos de vapor aventureros que olfatean el horizonte, las locomotoras de ancho pecho que piafan en los raíles como enormes caballos de acero embridados con tubos, y el vuelo deslizante de los aeroplanos, cuya hélice ondea al viento como una bandera y parece aplaudir como una muchedumbre entusiasta.

Es desde Italia donde lanzaremos al mundo este manifiesto nuestro de violencia atropelladora e aventureros que huelen el horizonte, en las locomotoras de pecho ancho que pisan los raíles como enormes caballos de acero embridados de tubos y al vuelo resbaladizo de los aviones cuya hélice cruje al viento como una bandera y parece que aplauda como una loca demasiado entusiasta, incendiaria, con el cual fundamos hoy el "futurismo", porque queremos liberar este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios.

Los futuristas tuvieron una gran influencia sobre Mussolini y otros miembros de la izquierda italiana, quienes comenzaron a mostrarse atraídos hacia las ideas en defensa de la guerra. Esto, sumado a un profundo nacionalismo, llevó a que, con el estallido de la Gran Guerra en 1914 (un episodio histórico que hizo que Sorel, ejemplo a seguir por parte de Mussolini, abandonase el socialismo) Benito y otros miembros del PSI pasasen de defender unas posturas antibelicistas a convertirse en los más firmes y radicales defensores de la guerra con Austria-Hungría, tradicional potencia enemiga de Italia desde los tiempos de la unificación. En diciembre de 1914 Mussolini afirmaría:

La nación no ha desaparecido. Solíamos creer que el concepto carecía totalmente de sustancia. ¡En cambio, vemos a la nación surgir como una realidad palpitante ante nosotros! La clase no puede destruir la nación. La clase se revela como una colección de intereses, pero la nación es una historia de sentimientos, tradiciones, lengua, cultura y raza. La clase puede convertirse en una parte integral de la nación, pero una no puede eclipsar a la otra. La lucha de clases es una fórmula vana, sin efecto ni consecuencia donde se encuentra un pueblo que no se ha integrado en sus propios límites lingüísticos y raciales, donde el problema nacional no se ha resuelto definitivamente. En tales circunstancias, el movimiento de clases se ve afectado por un clima histórico desfavorable.

Sin embargo, la línea oficial del PSI era favorable a la neutralidad, lo que llevó a la expulsión de Mussolini del partido en noviembre de 1914. Mussolini fundaría su propio periódico, Il Popolo d’Italia, de ideología socialista-nacionalista y ya en 1915 su propio partido, los Fasci d'Azione Rivoluzionaria. El fasces, el haz de origen romano que a día de hoy es interpretado como sinónimo de fascismo, ya había sido utilizado por los revolucionarios franceses como un símbolo de unión que hace la fuerza y sería utilizada por grupos de influencia jacobina durante todo el Siglo XIX. Es en esta arma romana donde se encuentra el origen de la palabra fascismo.


El polémico líder sindicalista francés Georges Sorel, líder del sindicalismo revolucionario que Mussolini tomó como referencia a la hora de buscar un socialismo no marxista. Falleció en 1922, el mismo año que Mussolini llegó al poder. Sorel mostró admiración por el líder italiano de la misma manera que lo tenía por Lenin.

Ante las presiones de Francia y el Reino Unido, en 1915 Italia entra en la primera Guerra Mundial, una decisión celebrada por Mussolini y los proto fascistas, que ya cuentan con una gran fuerza en el norte del país, animados bajo la idea de incorporar el Tirol, el Trentino, Istría y Dalmacia, todos territorios austriacos pero históricamente italianos, al Reino de Italia. El propio Mussolini, al igual que Marinetti, se alistaría en el Ejército Italiano. También destaca la figura del poeta decadentista Gabriele D'Annunzio, quien el 9 de agosto de 1918 llevaría a cabo un temerario vuelo sobre Viena, la capital enemiga, para lanzar panfletos, acción con un fuerte carácter simbólico.

Pese a que Italia se encontraba entre las potencias ganadores de la Primera Guerra Mundial, muchas de las pretensiones irrendentistas de Italia no se vieron satisfechas, en especial en la zona balcánica, es decir, en Istría y Dalmacia. El malestar entre los veteranos de guerra era patente, coincidiendo además con un período de intensa violencia política producto de la influencia de la Revolución rusa, que animó a los comunistas italianos a intentar llevar a cabo su propia revolución.

Como alternativa al marxismo y al capitalismo liberal, Mussolini fundará el 23 de marzo de 1919 los Fasci italiani di combattimento, una milicia antimarxista, y supuestamente anticapitalista si bien la gran mayoría de sus ataques serían contra comunistas, considerada heredera directa de los Fasci d'Azione Rivoluzionaria, fusionados con el Partido Futurista de Marinetti y con el Fasci d'Azione Internazionalista, una milicia cuya ideología era prácticamente idéntica a la del grupo de Mussolini fundada en 1914 por el sindicalista Angelo Oliviero Olivetti.

En 1919 las principales figuras del fascismo, después de Mussolini, eran:


·       El vanguardista Filippo Tomasso Marinetti, fundador del estilo futurista
·       El poeta y aviador Gabriele D´Anuzzio, quien en un futuro llevaría a cabo una insurrección pro italiana y de corte fascista en el Fiume, en la actual Croacia
·       El sindicalista Michele Bianchi, proveniente de los Fasci d'Azione Internazionalista, quien acabaría convirtiéndose en el líder del ala izquierdista del Partido Nacional Fascista.
·       El también sindicalista Alceste de Ambris
·       Italo Balbo, republicano que una vez con Mussolini en el poder se convertiría en aviador y símbolo de la Italia fascista
·       Emilio De Bono, un importante general reconocido por su participación en la Guerra Ítalo-turca y en la Primera Guerra Mundial
·       Cesare Maria De Vecchi, representante del ala monárquica, y relativamente liberal, del fascismo.


En las próximas entrada hablaré sobre el ascenso del fascismo al poder en Italia y de como el movimiento fue evolucionando, posicionándose cada vez más del lado de la derecha y dejando de la lado su base socialista y revolucionaria.


Cuadro futurista de Gerardo Dottori que muestra a Mussolini acompañado de aviones. La aviación sería tanto un elemento común en las obras futuristas como un símbolo de Italia fascista, con figuras como D´Anuzzio o Balbo.


Siguiente entrada: El Bienio Rosso

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