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EL NACIMIENTO DEL FASCISMO. SEGUNDA PARTE: EL BIENIO ROSSO Y EL FIUME

Como bien vimos en la anterior entrada, para 1919 ya existía una fuerza fascista lo considerablemente grande como para hacer frente a los comunistas durante el Bienio Rosso, el período de agitación obrera que sacudió Italia entre 1919 y 1920, una época de fuertes tensiones producto de la Revolución rusa, con alzamientos comunistas en Alemania y Hungría que fueron duramente reprimidos por los gobiernos de esos países. En Italia la situación no llegó tan lejos como en estos dos países centroeuropeos, pero sí se vivía una fuerte inestabilidad.


Benito Mussolini

El panorama político de la Italia de posguerra estaba protagonizado por tres partidos. En primer lugar, el Partido Popular Italiano, de centro derecha y católico, creado en 1919 por el sacerdote Luigi Sturzo. Le seguía en importancia el Partido Socialista Italiano, el mismo del que Mussolini había sido expulsado en 1914 por mostrarse favorable a la entrada de Italia en la Primera Guerra Mundial. La tercera fuerza era una escisión del PSI nacida en 1921, el Partido Comunista Italiano (PCI), liderado por Amedeo Bordiga y apoyado por la Komintern y cuya figura más destacada sería el teórico marxista Antonio Gramsci.

Para las elecciones de 1921, los Fasci italiani di combattimento que desde 1919 habían desatado el terror contra los comunistas, se unieron al Partido Liberal Italiano de Giovanni Giolitti, la Asociación Nacionalista Italiana de Enrico Corradini y el Partido Democrático Social de Giovanni Colonna en los llamados Bloques Nacionales, una coalición de grupos nacionalistas, considerados tercerposicionsitas por sus integrantes y ultraderechistas por la izquierda. Durante los meses que precedieron a las elecciones, celebradas el 15 de mayo, las escuadras fascistas destruyeron más de diecisiete imprentas y sedes de periódicos, cincuenta y nueve casas del pueblo, ciento diecinueve cámaras de trabajo, ciento siete cooperativas, ochenta y tres ligas de campesinos y ciento cincuenta y un clubes socialistas. Sin embargo, rara vez los squadristi atacaron intereses burgueses, a quienes, según el Manifiesto fascista de 1919, también consideraban como sus enemigos. La verdad es que, ante un clima de constantes tensiones obreras y campesinas, fueron muchos los terratenientes e industriales que vieron en las escuadristas la fuerza bruta necesaria para aplastar al cada vez mayor movimiento comunista italiano.


Los Arditi, unidades de élite italianas de la Primera Guerra Mundial estrechamente relacionadas con el fascismo. En primer lugar, el fascismo adoptó mucha de su iconografía, empezando por el característico traje negro. Por otro lado, muchos de sus miembros acabaron afiliándose a los Fasci italiani di combattimento, suponiendo la base del futuro Partido Nacional Fascista.

Esta alianza con la burguesía disgustó a muchos fascistas, que veían como los Fasci italiani di combattimento se estaban derechizando. Resulta curioso que cuando en verano de 1921 se fundó el Arditi del Popolo, una milicia antifascista formada principalmente por comunistas, anarquistas y otras ramas del socialista, un elevado número de ex fascistas tempranos se uniesen al movimiento. El caso más evidente es de Alceste de Ambris, coautor del Manifiesto Fascista de 1919 junto a Marinetti, quien acabaría exiliado en Francia en 1926 por su oposición a Mussolini. 

Las elecciones del 15 de mayo de 1921 otorgaron la victoria al PSI que obtuvo ciento veintitrés escaños, seguido por el Partido Popular de Sturzo con ciento ocho y los Bloques Nacionales con ciento cinco, siendo precisamente Giovanii Giolitti, quién fue nombrado Primer Ministro debido a que los otros dos dimitieron. El 7 de noviembre de 1921 se disolvieron los Fasci italiani di combattimento para dar paso al Partido Nacional Fascista (PNF). Contaría con su propia milicia, los camisas negras, que continuarían con las misiones de vandalismo y terrorismo de los escuadristas de los Fasci. También atacaron a las minorías alemanas de Trentino y Alto Adigio tras que muchos de ellos mostrasen su deseo de incorporase a Austria. El 31 de Julio de 1922 tienen lugar unos enfrentamientos especialmente duros cuando los escuadristas del ex anarcosindicalista Michele Bianchi irrumpieron en una huelga en Roma, a la vez que los fascistas de Milán irrumpían en el ayuntamiento en un intento, fallido, de hacerse con el control de la ciudad.

Todo esto mientras, no muy lejos de Italia, D´Anuzzio lleva a cabo su propia revolución fascista en Fiume, Rijeka, en la actual Croacia. Fiume era uno de los territorios que Italia esperaba conseguir tras la Primera Guerra Mundial en la zona del Adriático, un territorio que, a pesar de que la mayoría de su población era italiana, en 1919 se acordaría que debía pertenecer al Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, el antecesor directo de Yugoslavia. Tras un verano de constantes protestas y enfrentamientos callejeros, el 12 de septiembre de 1919 más de dos mil voluntarios nacionalistas bajo las órdenes de Gabrile D’Annuzio desembarcaron en Fiume, tomando la ciudad, todavía ocupada por los vencedores de la Primera Guerra Mundial, incluyendo italianos; y proclamando la Regencia italiana de Carnaro, el primer Estado fascista de la historia. Se establecía un modelo corporativista a través del cual trabajadores y empresarios se agruparon por sectores. En contraposición a la lucha de clases de marxismo, los fascistas buscaban la integración de todas las clases bajo la guía del Estado.


El poeta y aviador fascista Gabriele D´Anuzzio, responsable de llevar a cabo el primer alzamiento fascista de la historia en 1919 en el Fiume. Pese a tener una cierta rivalidad con Mussolini, las ideas del poeta tuvieron una gran influencia sobre el futuro líder italiano.

La monarquía de Víctor Manuel III se mostraba contraria a la existencia de la Regencia italiana de Carnaro, a la que consideraba un problema que podía alterar el delicado orden internacional de posguerra, razón por la cual el gobierno italiano y el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos firman el Tratado de Rapallo el 12 de noviembre de 1920. A través del acuerdo, que redibuja las fronteras, la Regencia italiana de Carnaro desaparecía para dar lugar al Estado Libre del Fiume, tutelado por la Sociedad de Naciones y provisionalmente por el Ejército Italiano, algo que los seguidores de D´Anuzzio no estaban dispuestos a tolerar. El acuerdo igualmente reconocía a Dalmacia, Zara, Lussin, Lagosta, Pelagosa y las Islas de Cherso como territorios yugoslavos y únicamente compensaba a los italianos con Istría, un duro golpe para el irredentismo italiano.

Ante la oposición de D´Anuzzio a entregar el Fiume, el 28 de diciembre de 1920 Italia ataca el Carnaro. La Regia Marina lleva a cabo un bombardeo sobre la ciudad fascista, seguida por una invasión y una serie de combates que se saldaron con cincuenta y cuatro muertes. El 31 de diciembre, los d’annunzianos se retiran. La revolución del Fiume había fracasado, pero se avecinaba una mucho mayor en la Italia continental.

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