A comienzos del Siglo XX eran pocos los que pensaban que una revolución marxista en Rusia era posible, debido al atraso industrial del país. Recordemos que la teoría de Karl Marx explicaba que la revolución vendría de mano del proletariado industrial, por lo que se creía que el socialismo comenzaría a vivirse en Reino Unido, Francia, Alemania o Estados Unidos. Sin embargo, la historia nos ha enseñado que aquellos países donde el comunismo ha triunfado por lo general tenían unas economías donde predominaba el sector agrícola. Este fue el caso de Rusia.
Sin
embargo, antes de hablar de la Revolución de 1917 tenemos que hablar de su
antecesora directa, la Revolución de 1905, consecuencia de la crisis producto de la guerra contra Japón. Pese a que el marxismo en Rusia tenía menos
fuerza que otros países europeos, ya desde finales del Siglo XIX en Rusia se
vivía un clima de fuerte agitación social, con constantes atentados por parte
de socialistas agrarios. De 1901 a 1911 más de diecisiete mil personas
fallecieron en ataques terroristas, la mayoría de ellas durante la Revolución
de 1905. Muchos de estos ataques estaban organizados por el Partido
Social-Revolucionario, fundado en 1901 por Víctor Chernov y que combinaba
elementos socialdemócratas con el populismo campesino de los naródnik de Siglo
XIX, socialistas campesinos. Dentro de esta última ideología también destaca el
grupo Narodnaya Volya, famoso por llevar a cabo el asesinato del zar Alejandro
II en 1881.
Como bien
se dijo antes, la inestabilidad vivida en Rusia se vio incrementada por la
guerra contra el Imperio japonés. Ya en enero de 1905, en pleno clímax de los
combates en oriente, se vivieron episodios de tensión en la parte europea de
Rusia. El domingo 22 de enero de 1905, día 9 según el calendario juliano que
todavía se utilizaba en el Imperio ruso, una macha de más de doscientas mil
personas dirigida por el pope Gapón y cuyas exigencias incluían la reducción de
la jornada laboral y la creación de una Duma, es decir, un parlamento, es
atacada cerca del Palacio de Invierno de San Petersburgo, residencia del zar,
siguiendo las órdenes del gran duque Vladímir Aleksándrovich, tío del zar
Nicolás II, en el poder desde 1894 y que en ese momento no se encontraba en
palacio. Más de doscientas personas fallecen en una jornada que pasó a la
historia como Domingo Sangriento.
La
violencia se extiende por todo el Imperio. Las principales fuerzas detrás de
los levantamientos de campesinos y obreros son el ya mencionado Partido
Social-Revolucionario de Chernov y el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia,
divididos en dos facciones: los mencheviques, una minoría encabezada por Yuli
Mártov que contemplaba la socialdemocracia, con ciertos aspectos
revolucionarios eso sí, y los bolcheviques, la mayoría del partido, marxistas ortodoxos
y revolucionarios liderados por Vladímir Ilich Uliánov, quien ya había estado
preso en Siberia y que pasaría a la historia con el pseudónimo de Lenin.
En mayo de
1905 en la ciudad de Ivanovo, al norte de Moscú, se funda el primer soviet, es
decir, el primer consejo de obreros y campesinos, un tipo de asamblea que
supondría la base de las futuras revoluciones de 1917. La Guerra ruso-japonesa
había hecho que la producción industrial rusa creciese considerablemente, dando
lugar a un empeoramiento de las condiciones laborales y a un aumento del
malestar obrero. Mientras que en el campo los social-revolucionarios vieron su
influencia aumentar, en los núcleos industriales el Partido socialdemócrata se
convirtió en la principal fuerza opositora al régimen zarista.
Existía
igualmente una gran inquietud dentro de las reservas del ejército y de la
marina cuyos soldados en cualquier momento podían ser enviados a Asia para
luchar en una guerra que Rusia estaba perdiendo. Cuando el 27 de junio en el
acorazado Potemkin, de la Flota del Mar Negro, los marineros descubrieron que
en la sopa que iban a comer había gusanos estalló un motín. Los marinos insurrectos
desembarcaron en Odesa, donde se estaba viviendo una fuerte huelga general y se
unieron a las protestas. Sin embargo, ante la llegada de las fuerzas zaristas
los marinos hubieron de huir a Constanza, Rumanía.
La Polonia
rusa fue uno de los territorios donde más agitación social se vivió. El zar
hubo de hacer frente a los milicianos del Partido Socialista Polaco,
socialistas no marxistas, así como al Partido Socialdemócrata del Reino de
Polonia, que al igual que su contraparte rusa estaba a medio camino entre la
socialdemocracia y el marxismo puro. A este último partido perteneció la famosa
revolucionaria Rosa Luxemburg, quien para 1905 ya se encontraba en Alemania,
país en el que murió en 1919 durante el Levantamiento de los espartaquistas. La
insurrección polaca, motivada por una mezcla entre el nacionalismo y el movimiento
obrero, duraría hasta 1907.
En el Sóviet
de San Petersburgo destaca la figura de León Trotski, un menchevique que ganaría
fama por organizar numerosas huelgas, siendo arrestado en diciembre de 1905 y enviado
a Siberia. En 1907 lograría huir, exiliándose en Viena. Durante la revolución,
Iósif Stalin, quien en un futuro se convertiría en el principal rival de
Trotski, se encontraba en Azerbaiyán atracando bancos para obtener fondos para
el partido.
Nicolás II
acabó por firmar el Manifiesto de octubre en el mes homónimo, que establecía la
creación de la Duma Imperial de Rusia. En 1906 se firmó la primera constitución
rusa, a través de la cual el zar se compromete a compartir el poder con la
Duma. Sin embargo, en 1907 el sufragio universal es sustituido por el
censitario. Los socialdemócratas y social-revolucionarios se opusieron a la
Duma, no así los laboristas, la principal fuerza de izquierdas en el
parlamento. En las elecciones de 1906 de los cuatrocientos noventa y siete
diputados de la Duma, ciento ochenta y cuatro eran derechistas del Partido
Democrático Constitucional, apodados kadetes; ciento veinticuatro laboristas,
ciento doce independientes, treinta y ocho octubristas, nombre por el cual se
conoció a los centristas; treinta y dos pertenecientes a minorías étnicas y
religiosas y siete derechistas de otros partidos. Finlandia igualmente obtuvo
su propio parlamento, convirtiéndose en la región con más independencia dentro
del Imperio ruso. Igualmente, Finlandia se convirtió en la primera región del
Imperio ruso donde las mujeres pudieron votar.
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