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LA DISOLUCIÓN DE LA UNIÓN SOVIÉTICA. PARTE PRIMERA: DE BREZHNEV A LA PERESTROIKA

¿Por qué cayó aquel 26 de diciembre de 1991 el que fue una de los dos mayores potencias del Siglo XX? ¿Qué llevó a aquel estado creado en 1922 al colapso? La caída de la Unión Soviética fue un proceso complejo que debe analizarse más allá de los tópicos y de las malinterpretaciones propias tanto de la derecha, que achaca la caída de la URSS al sistema económico socialista, y de la izquierda marxista-leninista. que afirma que la desintegración soviética fue un resultado directo del XX Congreso del PCUS, por el cual comenzó el período de desestalinización. Ambas visiones, igual de sesgadas, obvian la complejidad étnica de la Unión y demuestran ignorancia a la hora de interpretar la economía y la política. 

Sin embargo, nos es imposible hablar de la caída de la URSS sin hablar de la historia económica de este Estado. Desde la época estalinista, más concretamente desde el año 1928, la economía de la URSS estuvo guiada por una serie de planes quinquenales. Las impresionantes tasas de crecimiento durante los primeros tres planes quinquenales son particularmente notables dado que este período es contemporáneo a la Gran Depresión que devastó las economías de los países occidentales. Pese a los efectos devastadores de la Segunda Guerra Mundial,  que se saldó con la vida de más de veinticinco millones de soviéticos, para cuando Nikita Kruschev llegó al poder en 1953 la URSS ya era la segunda potencia económica mundial, creando un potente mercado en Europa del este a través del Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON por sus siglas en inglés). Incluso se llegó a comerciar con países del bloque occidental y con el propio Estados Unidos. No obstante, durante el gobierno de Leonid Brezhnev, comprendido entre los años 1964 y 1982, la economía soviética comienza a mostrar signos de estancamiento.

Son muchos los que han culpado al excesivo centralismo burocrático de Brezhnev de haber provocado el estancamiento. La gran mayoría de decisiones económicas estaban en manos del Gosplán, el órgano encargado de organizar la planificación económica del Estado soviético y presidido entre 1965 y 1985 por Nikolai Baibakov. Las administraciones locales apenas tenían poder. Ante las primeras señales de estancamiento, que no de crisis, en 1973 el presidente Alekséi Kosygin planea una reforma económica que buscaba dar más poder a las administraciones locales, una reforma que nunca llegó a entrar completamente en vigor. En 1979 Kosygin propone una nueva reforma que busca, ante el fracaso de la propuesta de 1973, reorganizar los poderes de los ministerios centrales centralizando aún más la economía soviética. Esta reforma tampoco se implementaría nunca debido entre otras cosas a la muerte de Kosygin en 1980. 


Yuri Andropov, secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética entre 1982 y 1984. Partidario de unas medidas autoritarias que buscaban acabar con la corrupción mediante la represión, apenas pudo hacer cambios significativos en los dos años que duró su gobierno.


En 1978 en Afganistán, república desde 1973, tiene lugar la Revolución de Saur, considerada más un golpe de Estado que una revolución pues los comunistas afganos, liderados por Nur Muhammad Taraki y Hafizullah Amín, suponían una evidente minoría. No obstante, en Kabul la revolución fue bien recibida. No se puede decir lo mismo del medio rural donde la población se mostraba opuesta no sólo a la reforma agraria, sino también a la política por los derechos de la mujer impulsada por el nuevo régimen. La insurgencia islámica no tardó en hacer su aparición. En septiembre de 1979 Amín derroca a Taraki y le condena a muerte. Durante su breve gobierno de tres meses las relaciones con la URSS empeoraron a la vez que se realizó un cierto acercamiento a Occidente. Esto, sumado a creciente inestabilidad interna del país, comenzó a preocupar considerablemente a la Unión Soviética pues si el gobierno socialista del país asiático caía, no sería sustituido por una república no-alineada, como la que existía antes de la Revolución del Saur, sino por un estado islamista que podría desestabilizar la parte sur de la URSS. Tras un intento fallido de envenenamiento, en diciembre de 1979 más de seiscientos Stetsnaz (fuerzas especiales) soviéticos atacan el palacio presidencial de Amín y lo asesinan, siendo sucedido por Babrak Karmal, afín a la URSS. El asesinato de Amín, la Operación Tormenta-333, supone el comienzo de la Guerra afgano-soviética, una durísima guerra de guerrillas cuyas consecuencias serían desastrosas para la Unión Soviética.

Brezhnev, quien fallecería un 10 de noviembre de 1982, no vivió para ver el final de la Guerra afgano-soviética. Le sucedería Yuri Andropov, antiguo director de la KGB, quien pondría una dura campaña anticorrupción que se saldaría con ejecuciones de ciertos altos cargos del partido como la del viceministro de pesca Vladimir Rytov, acusado de contrabando de caviar a Occidente. Fue la más conocida de sus medidas pues en febrero de 1984, menos de un año y medio después de ascender al poder, falleció. 


Soldados soviéticos junto a los budas de Abiyán en Afganistán, destruidos en 2001

Afganistán no era el único problema al que hubieron de enfrentarse los sucesivos gobiernos soviéticos. En la vecina Polonia las sucesivas protestas a causa de las subidas del precio de los alimentos acabaron desembocando en la creación del sindicato derechista católico Solidarność, el cual acabaría siendo recibiendo el apoyo de la administración Reagan y la ayuda financiera de magnates anticomunistas como George Soros. Tanto si la comparamos con los países occidentales como si lo hacemos con países socialistas vecinos, como la República Democrática Alemana, la economía polaca se encontraba en un muy mal estado lo que, sumado a la torpe y violenta respuesta del gobierno de Edward Gierek, llevó a la formación de sindicatos al margen de los ideales comunistas, siendo estos sustituidos por los del catolicismo. La elección de Juan Pablo II, de nacionalidad polaca, como Papa en 1978 había supuesto un duro golpe para los soviéticos y una muy buena noticia para los sectores anticomunistas de Polonia. Las multitudinarias huelgas de 1980 obligaron al gobierno a negociar. Solidarność fue legalizada y Gierek apartado del poder, siendo sucedido por Stanisław Kania. El nuevo líder polaco también se mostró incapaz de frenar el auge de las ideas y grupos anticomunistas por lo que, bajo las presiones soviéticas, fue igualmente apartado en 1981 para ser sustituido por el militar Wojciech Jaruzelski.

Jaruzelski se mostraba dispuesto a acabar con Solidarność con todos los medios posibles. En un primer momento el militar polaco pidió a Brezhnev que interviniese de la misma manera que había hecho en Checoslovaquia en 1968. La respuesta de Andropov, por aquel entonces director de la KGB, fue tajante: 

No tenemos intención de introducir tropas en Polonia. Ésta es la postura adecuada y debemos mantenerla hasta el final [...] No sé lo que pasará en Polonia, pero incluso si cae bajo el control de Solidarność, que así sea [...] Nuestra primera preocupación debe ser nuestro país, reforzar la Unión Soviética.

Esto se le fue notificado a Jaruzelski el 11 de diciembre de 1981. Dos días después se establecía la Ley marcial, la cual duraría hasta julio de 1983. Ante la negativa del gobierno soviético de desplegar tropas en Polonia, el propio ejército polaco fue el encargado de llevar a cabo la campaña de represión contra Solidarność, la cual lejos de funcionar acabó por reforzar al sindicato. Brezhnev y Andropov decidieron no intervenir por distintas razones. En primer lugar, que la URSS ya estaba envuelta en otro conflicto armado en Afganistán. Por otro lado, una hipotética invasión de Polonia hubiese sido la excusa perfecta para que Occidente impusiese nuevas sanciones contra la cada vez más débil economía soviética.


Un blindado del Ejército Polaco desplegado en Varsovia durante la Ley Marcial de 1981-1983. En el cine del fondo se puede ver un cartel anunciando Apocalypse Now.

A nivel internacional, Reagan fue el principal responsable de reavivar las tensiones entre Estados Unidos y la URSS. Si bien el apoyo estadounidense a los muyahidines ya había comenzado con el gobierno de Carter, sobre todo debido a la influencia del Consejero de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski, de origen polaco y fuertemente anticomunista, Reagan aumentó el apoyo a la vez que hizo una gigantesca campaña de propaganda a favor de los muyahidines. Reagan, quien de forma infantil interpretaba la Guerra Fría como una lucha entre las fuerzas del bien y del mal, igualmente se mostró a favor del rearme nuclear. En 1983, en una reunión de la Asociación Nacional de Evangélicos de Estados Unidos diría: 

No caigan en la tentación de mostrarse despreocupadamente por encima de todo y decir que ambos bandos comparten la culpa, de ignorar los hechos históricos y los impulsos agresivos de un imperio maligno, de tachar la carrera armamentística de gigantesco malentendido, desentendiéndose así de la lucha entre el bien y el mal. 

En 1985 el gasto estadounidense en defensa aumentó en un 35% respecto a 1980. Para ese año Estados Unidos contaba con once mil doscientos misiles balísticos intercontinentales (ICBM) con capacidad nuclear frente a los nueve mil novecientos soviéticos.  En 1983, pese a las fuertes protestas vividas en Reino Unido y Alemania Occidental, Estados Unidos colocó misiles de emplazamiento terrestre en estos dos países. Con las relaciones entre potencias en su punto más bajo en más de dos décadas, eran muchos los altos cargos soviéticos que estaban convencidos de que un ataque estadounidense era inminente. Ese mismo año el gobierno de Washington presenta la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), apodado irónicamente Star Wars, un carísimo sistema antimisil espacial consistente en misiles antibalísticos y armas de energía que incluían desde Rayos-X hasta láseres. 

El proyecto no llegaría a ponerse en marcha debido al desorbitado precio, pero generó mucha preocupación en Moscú. Y es que para intentar alcanzar la paridad nuclear con Estados Unidos, el gobierno soviético, con un fuerte estancamiento económico agravado por la virulenta guerra en Afganistán, gastaba más de un cuarto de su PIB en defensa. En palabras del historiador Dan Stone en su libro ¿Adiós a todo aquello?

Aunque tanto Moscú como Washington habían dado por clausurado el período de distensión para 1980, fueron los norteamericanos los que marcaron el ritmo al volver al antiguo antagonismo. Washington retomó la carrera armamentística para tomar ventaja sobre las aspiraciones soviéticas y sus depauperadas finanzas que debían afrontar ya numerosas complicaciones, como la sucesión del envejecido Brezhnev, la condena internacional por la invasión de Afganistán o el auge de Solidaridad en Polonia. De esta forma, el vigoroso cambio en la política exterior estadounidense dejó claro que la paridad alcanzada por los soviéticos en cuanto a armamento nuclear era irrelevante. [...] El anuncio de Reagan en 1983 de que la Unión Soviética era un Imperio del mal y el comienzo del SDI [...] no sólo confirmaba la extinción total de la distensión sino que ponían a los soviéticos en una situación comprometida. [...] El nerviosismo soviético era muy pronunciado en 1982-1983. El 1 de septiembre de 1983 un avión surcoreano de Korean Airlines (KAL007) se apartó de su ruta prevista e invadió el espaicio aéreo soviético, siendo derribado. [...] Después de la tragedia. Reagan aumentó de nuevo el gasto militar y los consejeros de Andropov le avisaron de que los norteamericanos podrían lanzar un ataque nuclear contra la URSS, usando como coartada un ejercicio militar de la OTAN llamado Able Archer 83 que comenzaría el 2 de noviembre. La confusión se derivó de la inusual participación de altos mandos de EEUU y la OTAN encargados de decidir sobre la utilización de las armas nucleares, como Margaret Thatcher o Helmut Kohl. En estos días ya de por sí tan tensos, los soviéticos confundieron el simulacro con la realidad. Como en 1962 (clara referencia a la crisis de los misiles de Cuba), pero esta vez sin que lo supiera la opinión pública, volvió a estar presente la posibilidad de una guerra nuclear. 


Tropas estadounidenses entrenando en Alemania Occidental en septiembre de 1983, dos meses antes del inicio de las maniobras de Able Archer 83

Tras su muerte el 9 de febrero de 1984, Andropov sería sucedido por el también anciano Konstantin Chernenko, que poco o nada pudo hacer en el año que duró su gobierno, de febrero de 1984 hasta su muerte en marzo de 1985. Su sucesor fue el reformista Mijaíl Gorbachov, entre cuyas primeras medidas se encuentran el cesar a miembros del gobierno afines a la línea de Brezhnev, Andropov y Chernenko, a quienes criticaría por su incompetencia a la hora de hacer frente al estancamiento económico. Fue el primer paso de la política económica y política conocida como Perestroika, restructuración en ruso. Nikolái Tíjonov, sucesor de Kosygin como jefe de gobierno, fue cesado y sustituido por Nikolái Ryzhkov. Lo mismo ocurrió con el ministro de defensa Andréi Gromiko, un anciano en el cargo desde 1957, sustituido por Eduard Shevardnadze. Igualmente, muchos cargos regionales fueron purgados, lo que provocaría protestas y disturbios, como los vividos en Kazajistán y que serán explicados más adelante. Pero si hay una figura que destaca por encima del resto esa es la de Alexander Yakovlev, considerado la mente detrás del proceso de la Perestroika.

Un error bastante común es el de calificar la Perestroika como un Socialismo de mercado como el que defendía Deng Xiaoping en China. En primer lugar la liberalización económica soviética vino acompañada de una liberalización en el campo político y social inexistente en China, basta con ver la reacción de Deng y el primer ministro Li Peng a las protestas de Tiananmén de 1989. Por otro lado, la reforma económica china fue mucho más brusca y radical que la soviética, estableciéndose zonas económicas especiales en las que imperaba el capitalismo más salvaje y abriendo bolsas de valores, algo que en ningún momento se le pasó por la cabeza a Gorbachov. En un discurso de 1985 dirigido a los líderes de los distintos Partidos Comunistas del Pacto de Varsovia el Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (URSS) diría: 

Muchos de ustedes ven la solución a sus problemas en recurrir a los mecanismos del mercado en lugar de la planificación directa. Algunos de ustedes miran en el mercado como un salvavidas para sus economías. Pero, camaradas, no deberían pensar en salvavidas sino en el barco, y el barco es el socialismo

Esto no evitó las críticas, las cuales en su mayoría llegaron de la República Democrática Alemana, que irónicamente era la mejor aliada de la URSS dentro del Pacto de Varsovia debido a su estratégica posición, y Rumanía, que desde la llegada al poder de Nicolae Ceaușescu en 1965 se había ido alejando cada vez más de la línea de Moscú, a la vez que se acercaba a China, enfrentada con la URSS desde la muerte de Stalin y la subida al poder de Kruschev. El líder rumano diría sobre Gorbachov y la Perestroika:

Debemos tener en cuenta que hay una serie desviaciones prácticas y teóricas, tanto de izquierdas como de derechas. Por supuesto ambas son igualmente peligrosas [...] Sin embargo, en mi opinión, el mayor peligro de hoy en día viene por parte de las desviaciones de la derecha, que pueden dañar seriamente la construcción del socialismo y la lucha por el desarme, la paz y el progreso global de la humanidad. 

Para muchos, 1986 fue el verdadero punto de inflexión. En abril, se introdujo una reforma agraria que vinculó los salarios con la producción y permitió que las granjas colectivas vendieran el 30% de sus productos directamente a tiendas o cooperativas en lugar de entregarlo todo al Estado para su distribución. Ese mismo mes tuvo lugar el accidente nuclear de Chernóbil, una catástrofe que si bien estuvo lejos de suponer el colapso del sistema soviético, obligó al gobierno soviético a desviar una inmensa cantidad de fondos, algo que incrementó aún más la profunda crisis que atravesaba el país. Un mes antes había tenido ligar el XXVII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética donde se redefinen los estatutos del partido, suponiendo el inicio oficial de la Perestroika, si bien las primeras medidas ya habían comenzado a establecerse en 1985.


La calle Novy Arbat de Moscú en 1985

También en 1986, más concretamente en diciembre en la República Socialista Soviética de Kazajistán tiene lugar el Jeltoqsan, el primero de los muchos disturbios étnicos que agitaron la URSS durante sus último lustro de existencia, o por lo menos el primero a una escala lo suficientemente grande como para suponer un peligro para la administración socialista. La causa detrás de las protestas fue la destitución de Dinmukhamed Kunaev, secretario general del Partido Comunista de Kazajistán, que formaba parte del PCUS claro está, y su sustitución por Gennaddi Kolbin, más afín a la línea ideológica de Gorbachov, a diferencia del brezhneviano Kunaev. Sin embargo, este líder, a diferencia de Kolbin, era un kazajo étnico por lo que su sustitución por un ruso como lo era Kolbin fue recibida como un ataque a la nación kazaja. Las protestas pacíficas en Almaty fueron reprimidas y dieron paso a los disturbios, viviéndose sangrientos enfrentamientos entre los manifestantes y el Escuadrón móvil para Propósitos Especiales (OMON), el cuerpo de policía militarizada del Ministerio del Interior, que contó con la ayuda de la KGB. Cerca de doscientos manifestantes fallecieron.

Por otro lado, lejos de las fronteras soviéticas, Arabia Saudí tomará una decisión, en el contexto de la Guerra Irak-Irán, que tendrá serias consecuencias para la economía soviéticas. En palabras de Pedro Baños:

Fue en 1986 cuando Arabia Saudí decidió aumentar la producción de petróleo por su cuenta, cansada de que Irán, su archirrival por el control del mundo musulmán, bombease todo el que quería. Supuestamente, detrás de esta decisión estaba Estados Unidos, país que seguía sin asumir que en 1979 el ayatolá Jomeini hubiera liderado la revolución iraní que derrocó al sha Mohammad Reza Pahleví, su aliado incondicional. El precio del barril se desplomó. Los ingresos por exportación de crudo de la Unión Soviética se hundieron al igual que los de otros países que violaban sistemáticamente las cuotas de producción de Organización de Países Exportadores de Petróleo como Venezuela. [...] Los saudíes ya le habían hecho una jugada similar a Gorbachov en 1985, cuando incrementaron súbitamente su producción petrolífera hasta conseguir la bancarrota de Moscú, asimismo animados por Washington.

Hasta que punto las decisiones de Arabia Saudí fueron determinantes para el colapso de la Unión Soviética es objeto de debate. Sin embargo, más que los problemas económicos, que también, la causa principal detrás de la desintegración de la URSS reside en las torpes decisiones de Gorbachov en materia social. Y es que la Perestroika vino acompañada del Glásnost (Apertura en ruso), una liberalización en el ámbito social cuyo objetivo inicial era la transparencia del gobierno soviético, cuya imagen había quedado seriamente dañada por los escándalos de corrupción de la etapa final del gobierno de Brezhnev. No obstante, la aprobación de una política de relativa liberación de prensa acabó por generar múltiples problemas a la administración de Gorbachov.  El principal de ellos sería el resurgimiento de los nacionalismos en varias de las repúblicas que formaban el país. En los Países Bálticos el malestar ya había comenzado a notarse en 1986, pero fue en 1988 con la fundación del Frentes Populares de Letonia y Estonia, plataformas políticas que reclamaban la independencia de sendos países, cuando la situación comenzó a complicarse.

No obstante, el primer lugar donde se vivieron combates fue en el Cáucaso, más concretamente en la conflictiva región de Nagorno-Karabaj, una región situada en la frontera entre Armenia y Azerbaiyán donde ya se habían vivido conflictos durante el caótico período que siguió a la Revolución de octubre de 1917. Pese a tener una población mayoritariamente armenia, en 1923, la región fue incorporada a la República Socialista Soviética de Azerbaiyán y no a la República Socialista Soviética de Armenia. En febrero de 1988 los armenios de Nagorno-Karabaj se declaran independientes de Azerbaiyán, organizándose en un Estado de nombre Artsaj. El paso siguiente a la independencia era el incorporarse a la RSS de Armenia. La violencia étnica se disparó, llevándose a cabo sangrientos pogromos y estallando una auténtica guerra civil dentro de la todavía existente Unión Soviética. Todo esto mientras las tensiones en los Países Bálticos aumentaban considerablemente, viviéndose episodios de violencia étnica entre rusos y lituanos, letones y estonios.

Todo esto mientras la reforma económica seguía adelante. En julio de 1987, el Soviet Supremo de la Unión Soviética, el parlamento de la URSS, aprobó la Ley de empresas estatales, la cual estipulaba que las empresas estatales tenían libertad para determinar los niveles de producción en función de la demanda de los consumidores y otras empresas. Esta ley estipulaba que si bien las empresas tenían que cumplir con las órdenes estatales podían deshacerse de la producción restante como mejor les pareciera. Sin embargo, al mismo tiempo, el Estado seguía manteniendo el control sobre los medios de producción de estas empresas. Además, la ley permitía que las empresas se autofinanciasen; es decir, tenían que cubrir los gastos a través de los ingresos. El gobierno ya no debía rescatar empresas no rentables que pudieran enfrentarse a la quiebra.


Gorbachov y Reagan firman el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio de 1987. No obstante, el gasto estadounidense en defensa siguió creciendo hasta 1991, año en el que la Unión Soviética ya estaba al borde del colapso.

Los efectos del Glásnost se extienden a los Países del Pacto de Varsovia. El clima de tensión se extiende rápidamente, alentado por Estados Unidos y las potencias capitalistas de Occidente. Ya desde principios de la década de 1980 Estados Unidos había presionado a los países del este para que frenasen los planes soviéticos de construcción de gaseoductos en la zona, algo que la Administración Reagan no logró impedir. Eso sí, el apoyo de la OTAN a grupos anticomunistas como Solidarność no paró de aumentar.

La Perestroika continuaba su curso. Con la Ley de Cooperativas de 1988 se permitía que las cooperativas independientes actuasen libremente dentro de la URSS con casi total independencia del Estado. Mientras tanto en Asia Central, las tropas soviéticas, devastadas tras nueve años de guerra en Afganistán, abandonan el país. El gobierno socialista será derrocado por los islamistas en 1992, estallando inmediatamente una guerra civil entre facciones. Estados Unidos aprovechó la debilidad interna de la Unión Soviética y continuó con su política de incrementar el gasto en defensa. El estancamiento económico en la URSS se acabó convirtiendo en una crisis en toda regla.

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