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LA ITALIA FASCISTA (1931-1939)

Para comienzos de la década de 1930 la Italia fascista gozaba de una situación de gran estabilidad interna y de prosperidad económica. Pero en 1933, la ventajosa situación del régimen de Mussolini, admirado por políticos como Churchill y con unas buenas relaciones tanto con las democracias liberales como con la URSS, se ve alterado a raíz de la llegada al poder de Adolf Hitler en Alemania, un político que busca la unión de este país con Austria, gobernada por el dictador Engelbert Dollfuss, cuyo gobierno tenía una importante influencia fascista, pero con una mayor importancia de la religión católica. Mussolini se comprometió a defender la integridad territorial de Austria, debido a que temía que, tras la anexión alemana de Austria, Hitler quisiese recuperar los territorios que Italia había arrebatado a Austria-Hungría tras la Primera Guerra Mundial.

El 15 de julio de 1933 se firma el Pacto de las Cuatro potencias, una propuesta de Mussolini con el objetivo de evitar los roces entre los Estados más importantes de Europa occidental: Francia, Reino Unido, Italia y Alemania. No obstante, el pacto no sería ratificado por el Parlamento francés. Al año siguiente, en febrero de 1934, Austria se ve sumida en el más completo caos cuando estalla una revuelta contra el gobierno de Dolfuss por parte de los partidos socialdemócratas y comunista, Entre trescientas y mil doscientas personas fallecieron en los combates, en su mayoría rebeldes. Dolfuss logra poner freno a la revuelta, pero en julio de ese mismo año será asesinado por simpatizantes nazis, siendo sucedido por Kurt Schuschnigg.

La crisis austriaca lleva a la celebración de la Cumbre de Stresa en abril de 1935, en la que Mussolini se reúne con el primer ministro de Reino Unido Ramsay MacDonald y con el ministro de exteriores francés Pierre Laval, futuro jefe de gobierno de la Francia de Vichy. En la conferencia se reafirma la independencia de la República Austríaca y se acordó la oposición a cualquier intento de Alemania de cambiar las condiciones del Tratado de Versalles.

En 1932 sale a la luz La doctrina del fascismo, un ensayo escrito por Mussolini y el filósofo Giovanni Gentile, en el cual se busca definir la ideología fascista de una forma más extensa que en el Manifiesto fascista de 1919. Mussolini hará un especial hincapié en el rechazo a las ideologías anteriores a la vez que reconoce el viraje del fascismo hacia la derecha:

Dado que el siglo XIX fue el siglo del socialismo, el liberalismo, la democracia, esto no significa que el siglo XX deba ser también el siglo del socialismo, el liberalismo, la democracia. Las doctrinas políticas pasan; quedan naciones. Somos libres de creer que este es el siglo de la autoridad, un siglo que tiende a la "derecha", un siglo fascista. Si el siglo XIX fue el siglo del individuo (el liberalismo implica individualismo) somos libres de creer que este es el siglo "colectivo" y, por tanto, el siglo del Estado.


El filósofo fascista Giovanni Gentile, principal autor de la Doctrina del Fascismo. Fue asesinado en 1944 por partisanos al mando de Teresa Mattei, una ex alumna suya.

Dejando de lado la anexión del Fiume, durante los primeros años de Mussolini al frente de Italia la agresiva política de expansión territorial que exaltaban los fascistas antes de llegar al poder, a medio camino entre el irredentismo decimonónico y el más puro colonialismo, había sido dejada de lado. Sin dejar de lado la preocupación por el débil equilibrio de poderes en Europa, lo que había quedado patente en Stresa, los italianos pusieron sus ojos en África, más concretamente en Abisinia, el Imperio etíope, un país que Italia ya había intentado invadir en 1896. Para 1934, Etiopía, gobernada desde 1930 por el ras Haile Selassie, era junto a Liberia el único país de África que no había sido invadido por potencias europeas, por lo menos no de manera exitosa.

La excusa utilizada por Mussolini para dar comienzo a la contienda fue el Incidente de Wal Wal, ocurrido el 5 de diciembre de 1934, un enfrentamiento en la región de Ogaden, perteneciente a Etiopía pero de mayoría étnica somalí, entre el ejército de este país y un destacamento italiano que había penetrado en el mismo. Más de cien etíopes y cincuenta italianos murieron en el enfrentamiento.


El aviador italiano Italo Balbo con el jefe sioux Cuerno Negro en Chicago en 1933, donde se le fue otorgado el título de "Águila voladora". Los vuelos en formación de Balbo, considerado el posible sucesor de Mussolini, a Brasil y Estados Unidos sirvieron como herramienta de propaganda para el régimen fascista. Balbo, nombrado gobernador de Libia, moriría en 1940 en la Segunda Guerra Mundial. 

Tras presentar sus quejas en al Sociedad de Naciones, el gobierno italiano buscaba obtener el apoyo de Francia y Reino Unido como agradecimiento por el papel clave de Italia en la Conferencia de Stresa, apoyo que finalmente no logra conseguir. Esto no evita que el 3 de octubre de 1935 más de cien mil soldados al mando de Emilio De Bono ataque Abisinia desde Eritrea. Una fuerza menor comandada por Rodolfo Graziani se unirá al ataque desde Somalia.

El 6 de octubre los italianos toman Adua, lugar simbólico debido a que fue aquí donde en 1896 los italianos perdieron frente a los abisinios. Nueve días después, los invasores toman Aksum, la capital religiosa de la Iglesia ortodoxa etíope. El obelisco del Siglo IV situado en el centro de la ciudad será llevado a Roma como trofeo de guerra. Los etíopes llevan a cabo un contrataque en diciembre pero su ejército, debilitado e inferior en armamento (la Alemania nazi llegó a vender armas al Imperio etíope en su lucha contra la influencia Italia), poco o nada puede hacer contra las modernas armas italianas, que incluyen armamento químico, más concretamente gas mostaza. La Italia fascista ya había utilizado estas armas en 1928, incumpliendo la Convención de Ginebra, en 1928 contra rebeldes del clan Senussi en Libia. En Etiopía, las tropas de Pietro Badoglio, quien sustituyó a De Bono pues Mussolini consideraba el avance de este último demasiado lento, usarían el gas mostaza no sólo contra militares, sino también contra civiles.

La Sociedad de Naciones condena la invasión e impone sanciones económicas a Italia. Estas no incluyen las exportaciones de carbón, petróleo y acero, y la economía italiana apenas se ve afectada. Mussolini abandonará la Sociedad de Naciones en diciembre de 1937.

El 31 de marzo los italianos obtienen una gran victoria en Maychew y dos días después las tropas de Badoglio entran en Addis Abeba. La Segunda Guerra Ítalo-etíope había concluido, pero siguieron existiendo algunos focos de resistencia en zonas rurales. La contienda dañó la imagen internacional de Italia y las relaciones con Francia y Reino Unido empeoraron considerablemente.


Portada de la Domenica del Corriere, el más importante periódico semanal de Italia, del 27 de diciembre de 1936 celebrando la victoria de los italianos sobre el Imperio etíope

El 18 de julio de 1936 en España, gobernada desde febrero por un Frente popular que incluía partidos socialistas y comunistas y que contaba con el apoyo de los anarquistas de la Confederación General del Trabajo (CNT), el sindicato anarquista más importante de Europa, tiene lugar una serie de alzamientos militares, que, si bien fracasan en Madrid y Barcelona, ponen una gran parte del territorio español en manos de fuerzas derechistas. Dentro de estas se encontraba la Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, partido con una clara inspiración fascista.  El levantamiento militar lleva al inicio de una guerra civil. Ante el miedo de que la guerra llevase a un conflicto a gran escala, franceses, británicos, italianos, alemanes y soviéticos acordaron no intervenir en la contienda. Sin embargo, estos tres últimos incumplieron lo acordado, con la URSS apoyando al bando gubernamental y con italianos y alemanes apoyando, a una mayor escala que los soviéticos, a los sublevados.

Mientras que la Alemania nazi envió al cuerpo de aviadores de la Legión Cóndor, Italia mandó a España al Corpo Truppe Volontarie (CTV), que llegó a contar con más setenta y cinco mil soldados desplegados. El CTV tendría un gran peso en la mayoría de frentes de la guerra, desde Málaga hasta Santander, para finalmente participar en la Batalla del Ebro de 1938 y la Ofensiva sobre Cataluña de 1939. La Guerra Civil Española fue la causa detrás del acercamiento entre Mussolini y Hitler. El 25 de octubre de 1936, Italia y la Alemania nazi firman un tratado de amistad, que se conocerá como Eje Berlín-Roma. Igualmente, en 1937 Italia se adhiere al Pacto Anti Komintern que el año anterior habían firmado Alemania y Japón. Cuando el 12 de marzo de 1938 Alemania invade Austria, Italia, que tres años antes se había mostrado firmemente opuesta a la anexión en Stresa, Mussolini se mostró favorable.


Cartel de propaganda del bando republicano de la Guerra civil española contra la intervención italiana

El siguiente paso de Hitler eran los Sudetes, región histórica alemana situada, tras la firma del tratado de Versalles, en Checoslovaquia, gobernada por el socialdemócrata Edvard Beneš. En octubre de 1938, con el apoyo de los alemanes de la región, Hitler invade los Sudetes. Checoslovaquia tenía concertada una alianza con Francia y la URSS. Ninguno de estos dos países, así como Reino Unido, quería provocar a Alemania pues temían que la crisis llevase a una nueva guerra mundial. Es entonces cuando entra en escena Mussolini que, a instancias de Hitler, propone una conferencia entre Alemania, Francia y el Reino Unido, cumbre celebrada en Múnich. El día 30 de septiembre de 1938 se firman los acuerdos, por los cuales se ceden los Sudetes a Alemania. El acercamiento de Italia al Tercer Reich no fue bien recibida por todos los fascistas. Italo Balbo diría en 1939 a Mussolini: ¡Todos terminarán lustrando los zapatos de los alemanes!

La Italia fascista en un principio no tenía un carácter racista como sí lo tenía el nazismo alemán. Sin embargo, en 1938 aparecen las primeras leyes antisemitas con el Manifiesto de la Raza. Sin embargo, en lo personal Mussolini no estaba de acuerdo con estas leyes. Contestando a un erudito fascista, el Duce diría:

Estoy completamente de acuerdo con usted. No creo ni un poco en la estúpida teoría antisemita. Estoy llevando a cabo mi política enteramente por razones políticas

El 7 de abril de 1939, una semana después del final de la Guerra civil española, Italia se lanza a la invasión del Reino de Albania, gobernada por Zog I. Ya tras el final de la Primera Guerra Mundial, las tropas italianas estacionadas en Albania, que se había independizado del Imperio otomano en 1912, buscaron hacerse con el control de este territorio. Este primer intento fracasó, no así el llevado a cabo en 1939. El día 12, tras menos de una semana de lucha, Zog se ve obligado a exiliarse en Reino Unido. Murieron veinticinco italianos frente a ciento sesenta albaneses. Con la Segunda Guerra Mundial a punto de estallar, Mussolini fijará sus ojos en Grecia.


Galeazzo Ciano, yerno de Mussolini y ministro de exteriores de Italia de 1936 hasta la caída del Duce en 1943. Cuando ese mismo año Mussolini estableció la República de Saló en el norte de Italia, Ciano sería condenado a muerte por ser uno de los hombres detrás de la destitución y encarcelamiento de Mussolini.


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