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EL FRENTE ORIENTAL. SEGUNDA PARTE: LA INVASIÓN

El 22 de junio de 1941, tras un retraso de cinco semanas producto de las invasiones de Yugoslavia y Grecia, Alemania invade la URSS. Para la invasión, la Wehrmacht se dividió en tres grupos: el Grupo de Ejércitos norte, al mando de Wilhelm Ritter von Leeb cuyo propósito era la invasión de los países bálticos y de Leningrado; el Grupo de Ejércitos centro de Fedor von Bock, destinado a la invasión de Bielorrusia y a la toma de Moscú; y el Grupo de Ejércitos Sur de Gerd von Rundstedt, cuyo objetivo era tomar Ucrania, la mayor zona agrícola de la URSS, y los pozos petrolíferos del Cáucaso. Los alemanes contarían además con el apoyo de tropas italianas, rumanas, húngaras, eslovacas y croatas, así como, ya más adelante, de Finlandia y los voluntarios españoles de la División Azul. Las tropas del Eje sumaban un total de tres millones ochocientos mil soldados, tres mil quinientos tanques, tres mil blindados y entre siete y veintitrés mil piezas de artillería. Igualmente, entre dos y cinco mil aviones participaron en el ataque, que recibió el nombre de Operación Barbarroja en honor a Federico I Barbarroja, emperador del Sacro Imperio.

El ataque alemán fue un éxito: miles de aviones soviéticos, estacionados en aeródromos saturados y con escasas defensas antiaéreas son destruidos por la Luftwaffe sin siquiera haber podido levantar el vuelo. El día 25, Finlandia, que buscaba recuperar los territorios perdidos tras la Guerra de Invierno, se une al Eje en lo que se conocerá como Guerra de Continuación.


Reinhard Heydrich, director de la Oficina Central de Seguridad del Reich, fue el responsable de iniciar durante la Operación Barbarroja las masacres en masa de judíos. En 1942 impulsó la Conferencia de Wannsee, reunión en la que se decidió comenzar a construir campos de exterminio para los judíos. Murió asesinado el 27 de mayo de 1942 a manos de la resistencia checoslovaca.

En el norte, las Repúblicas Bálticas son rápidamente conquistadas, contando además los nazis con el apoyo de gran parte de la población, contraria al régimen soviético, que en las semanas anteriores a la invasión había llevado a cabo una serie de deportaciones en masa. En Tallin, a finales de agosto, los soviéticos llevan a cabo un desesperado intento de evacuar tropas a través del mar, similar a lo hecho por los británicos en Dunkerque. No obstante, la Luftwaffe acaba por destruir la mayor parte de los buques, provocando la muerte de más de doce mil militares y civiles soviéticos. Las bases navales de Kronstadt y Leningrado son igualmente atacadas, provocando serios daños. Los acorazados Marat y Oktyabrskaya Revolutsiya quedan fuera de servicio y la gran mayoría de la Flota del Báltico acabará atrapada en Leningrado. El día 8 de septiembre los alemanes alcanzan la antigua capital. Comienza así el que será el asedio más sangriento de la historia, que durará hasta 1944 y que se saldará con la muerte de más de seiscientos mil civiles a causa del hambre y los bombardeos.

El Grupo de Ejércitos centro por su parte obtiene aplastantes éxitos en Bielorrusia. El día 29 de junio cae Minsk ante las tropas de Fedor von Bock y Heinz Guderian. Dmitri Pávlov, el general al cargo de la defensa de la ciudad, será ejecutado por las autoridades soviéticas.  En el sur el avance alemán es igualmente rápido. Las tropas alemanas y rumanas penetran a través de Galitzia y el 8 de agosto la Wehrmacht alcanza Odesa. Comienza un asedio que durará hasta el 16 de octubre. El 23 de agosto comienza la batalla por el control de Kiev, que se prolongará hasta el 26 del mes siguiente.


Soldado alemán junto al cadáver de un soldado soviético y un tanque BT-7 destruído

Es durante la Operación Barbarroja cuando comienzan a realizarse asesinatos en masa de judíos, siendo estos perpetrados por los Einsatzgruppen (grupos de operaciones), de las Waffen-SS, siguiendo órdenes directas de Reinhard Heydrich, gobernador de Bohemia y director de la Oficina Central de Seguridad del Reich, de la que dependían la Gestapo, la policía ordinaria y la Sicherheitsdienst, el servicio de inteligencia de las SS, más conocida como SD. Si bien oficialmente la Oficina de Seguridad dependía del Ministerio del Interior, en realidad eran las SS las que controlaban todo el organismo. Pese a que los eslavos eran igualmente considerados inferiores por los nazis, en Ucrania el número de colaboracionistas fue especialmente alto, destacando la Organización de Nacionalistas Ucranianos de Stepán Bandera, una organización anticomunista, anti polaca y antisemita fundada en 1929. Entre el 29 y el 30 de septiembre de 1941 decenas de civiles ucranianos colaboraron con los Einsatzgruppen en la Masacre de Babi Yar, a las afueras de Kiev, donde más de treinta y tres mil judíos fueron asesinados junto a algunos prisioneros del Ejército Rojo. En los Países Bálticos el colaboracionismo es incluso superior al que existía en Ucrania, ya que sus habitantes no eran eslavos.


"El último judío de Vinnytsia", fotografía tomada en Ucrania en algún punto entre 1941 y 1943

El 18 de octubre de 1941 comienza la campaña por el control de Crimea. Dos días después comienza la primera de las cuatro batallas que atravesará la ciudad de Járkov. El día 24 la ciudad ucraniana caerá en manos alemanas. En Odesa, comienza una masacre de judíos que se extiende hasta comienzos de 1942 y en la que mueren más de cien mil personas.

En la parte central del frente, el día 2 de octubre de 1941 los alemanes lanzan la Operación Tifón, el ataque contra Moscú. Cerca de un millón y medio de alemanes se enfrentarán a más de un millón doscientos mil soviéticos al mando de Gueorgui Zhúkov. La red de espionaje de Richard Sorge en Japón determinó que este país, debilitado debido a su guerra con China, no tenía intención de atacar la URSS, habiéndose centrado el interés nipón en el Sudeste Asiático. La Stavka, el alto mando soviético, traslada a la mitad de las tropas siberianas establecidas en la frontera con Manchukúo, el estado títere de Japón en Manchuria, a Moscú.


Soldados soviéticos disparan un ametralladora M1910 Maxim en Ucrania en septiembre de 1941

En las cercanías de Moscú, el avance de las tropas de von Bock y Guderian es más lento de lo esperado por el alto mando alemán. Las tempranas lluvias de octubre habían convertido los caminos rusos en auténticos barrizales donde tanques, camiones e incluso carros de caballos se quedaban atascados. Para finales de octubre, tras haber atravesado la Línea Mozhaisk a ciento diez kilómetros de Moscú, las lluvias acaban para dar paso a la nieve, siendo el invierno de 1941-1942 el más frío del Siglo XX en Europa. Las tropas alemanas no estaban equipadas con ropa adecuada, y es que en diciembre las temperaturas bajaron hasta los -40º C. Las temperaturas son tan bajas que el combustible de camiones, tanques y aviones se congela, e incluso muchas armas dejan de funcionar.

Moscú se fortifica: Mientras los hombres acuden al frente, las mujeres y niños cavan trincheras. Se rompen diques para provocar inundaciones y frenar el avance, incluyendo la importante presa del Dniéper de la que ya hablé en una entrada anterior. En un acto que busca subir la moral del pueblo soviético, el 7 de noviembre, aniversario de la revolución de 1917, se lleva a cabo un breve desfile en la Plaza Roja pese a la amenaza de bombardeos, cuyos soldados parten inmediatamente al Frente. Si bien los alemanes lograron situarse a aproximadamente unos cien kilómetros del centro de la capital, no consiguieron atravesar las líneas enemigas, donde las tropas de esquiadores siberianos, los modernos tanques T-34 y el apoyo aéreo de los cazabombarderos Ilyushin Il-2 causan estragos entre las líneas alemanas. El final de la Batalla de Moscú suele situarse el día 2 de enero, con los alemanes retrocediendo más de ciento treinta kilómetros. Quinientos ochenta mil alemanes y seiscientos mil soviéticos murieron en la batalla.

En Crimea los combates son igualmente duros: El 20 de octubre comienza el asedio a Sebastopol por parte de alemanes, rumanos e italianos, un sitio que dura hasta el 4 de julio de 1942. El Eje logrará vencer a los soviéticos. Sin embargo, el 2 de diciembre de 1942 los alemanes fracasan en su intento de hacerse con Rostov del Don.


Hitler y sus generales observan el inmenso cañón ferroviario Dora, utilizado en el asedio de Sebastopol. Con un calibre de 800 mm, es la pieza de artillería más grande jamás construida

Con la entrada de la URSS en el bloque de los Aliados, el Reino Unido y sobre todo Estados Unidos, que si bien en teoría era neutral apoyaba a los Aliados a través de la Ley de Préstamo y Arriendo, comienzan a llegar suministros a la Unión Soviética a través de las costas asiáticas y el Océano Ártico, una ruta peligrosa debido al alto número de bombarderos y submarinos alemanes que operaban en la zona. Tras el ataque a Pearl Harbor en diciembre y la entrada directa de los Estados Unidos en la guerra, la ayuda a la URSS se intensifica. 

La Batalla de Moscú había sido una victoria sorprendente, pero la presión alemana continuaría causando estragos en Rusia. El alto mando alemán se mostraba optimista y pese al revés que supuso la batalla por la capital soviética, todavía se mostraba dispuesto a barrer a los soviéticos. Tras el fracaso de la Operación Tifón, la mayoría de los combates en el Frente oriental se localizaron en Demyansk, donde más de cien mil soldados alemanes se vivieron acorralados por los soviéticos hasta que en abril de 1942 se rompe el cerco, y en Járkov, donde el 12 de mayo una fuerza de seiscientos mil soviéticos al mando de Timoshenko trató de recuperar la ciudad, defendida por trescientos mil alemanes, fracasando en el intento. De cualquier forma, habría que esperar a verano de 1942 para ver una nueva ofensiva a gran escala, la Operación Azul, el avance alemán hacía el Cáucaso. Todavía faltaban tres años para ver a las fuerzas de ocupación expulsadas de la Unión Soviética.


¡La Patria llama! Cartel de propaganda soviético de 1941, obra del artista georgiano Iralki Moiseejewitsch


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