El genocidio de Ruanda vivido entre 1994 y 1995, en el que grupos hutus afines al gobierno masacraron a cerca de un millón de tutsis, es de sobra famoso. Menos conocidas fueron las consecuencias de esta campaña de limpieza étnica, episodio que dio final de la Guerra civil ruandesa iniciada en 1990, en el vecino Zaire, la actual República Democrática del Congo, presidido desde 1965 por el dictador Mobutu Sese Seko.
Y es que el decadente gobierno de Mobutu se mostraba afín a los hutus ruandeses, lo que provocó un profundo malestar en las comunidades tutsis que vivían dentro del Zaire, los banyamulenge y los banyarwanda. Los primeros eran los llegados al país desde Ruanda durante el período colonial belga y los segundos los llegados tras la independencia. A estos habrá que sumar el enorme número de refugiaros que llegaron a la excolonia belga durante el genocidio y, tras la llegada al poder del Frente Patriótico Ruandés, la milicia tutsi que había combatido al gobierno hutu de Juvénal Habyarimana desde 1990, miles de hutus, expulsados de Ruanda por el nuevo gobierno tutsi de Pasteur Bizimungu. Muchos pertenecían a la milicia paramilitar Interahamwe, una de las principales responsables del genocidio, así como como sectores del ejército contrarios al nuevo gobierno, si bien Bizimungu y Paul Kagame, quien era el verdadero hombre fuerte de Ruanda, tomaron represalias muchos civiles sin implicación en el genocidio.
Agrupados en torno al denominado Ejército de Liberación de Ruanda, los refugiados hutus fueron protegidos por Mobutu, al igual que grupos opositores de Burundi, como el Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia, también de mayoría hutu, y ugandeses, más concretamente las Fuerzas Democráticas Aliadas, de ideología islamista.
El derrocamiento de Mobutu
El apoyo del gobierno del Zaire a estos grupos armados lleva a la intervención de Ruanda y Uganda en apoyo de las milicias tutsis congoleñas, que habían comenzado a organizarse para hacer frente a las constantes masacres realizadas por el ejército de Mobutu y sus aliados del Ejército de Liberación de Ruanda. La situación interna del Zaire era tensa y el gobierno se mostraba débil e inestable, como había quedado patente en septiembre de 1991 con una serie de motines militares, los cuales Mobutu pudo reprimir con la ayuda militar directa de Francia y Bélgica, que desplegaron más de mil soldados cada uno.
Por ello, no es de extrañar que los zaireños contrarios a Mobutu se organizaron en torno a la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo (AFDL), liderada por el katangueño Laurent-Désiré Kabila. Desde su núcleo en Kivu, en la frontera con Ruanda, Burundi y Uganda, la AFDL avanzó a un ritmo extraordinariamente rápido hacia el interior del país. El malestar vivido en el Zaire tras décadas de corrupción y opresión pusieron a gran parte de la sociedad civil del lado de los rebeldes. Posteriormente se les unirían las fuerzas armadas de Burundi, Angola y la recién independizada Eritrea. El grupo opositor angoleño UNITA, en guerra contra el gobierno socialista angoleño desde la independencia de Portugal en 1975, apoyó a Mobutu.
El apoyo de Francia, China, Israel y Kuwait de nada sirvió y el 17 de mayo de 1997 la AFDL y sus aliados, apoyados por Sudáfrica, Zimbabue, Zambia, Etiopía, Tanzania y Estados Unidos, toma Kinsasa. Mobutu huye a Marruecos, donde fallece en noviembre de ese mismo año a causa del cáncer. Kabila es nombrado presidente del país, renombrado como República Democrática del Congo.
La Guerra Mundial Africana
La Primera
Guerra del Congo solamente fue la antesala de un conflicto mucho mayor y
sangriento. La presencia continuada de militares ruandeses y ugandeses en suelo
congoleño elevó las tensiones entre Kabila y sus antiguos aliados hasta el
punto de dar comienzo a la Segunda Guerra del Congo en agosto de 1998. Argumentando
que las regiones orientales del Congo eran territorios étnicamente ruandeses y
asegurando que Kabila estaba realizando un genocidio contra los tutsis de Kivu,
Ruanda declara la guerra al Congo.
Tras el
estallido de un alzamiento armado banyamulenge el día 2 de agosto, el día 4
Ruanda pone en marcha una temeraria acción militar con el objetivo de tomar la
capital, la Operación Kitona: Comandos ruandeses confiscaron dos aviones
comerciales Boeing 727 y dos Boeing 707 en el Aeropuerto Internacional de Goma,
en Kivu del norte, y parten hacia la otra punta del país, en la Base Militar de
Kitona, cerca de la costa. Los aviones aterrizan en la pista de la base y, con los aparatos todavía rodando, los comandos saltan a tierra. Las tropas ruandesas toman las instalaciones,
permitiendo la llegada de más suministros y tropas, más concretamente tres mil
soldados de Ruanda y Uganda, a los que se sumarán más de dos mil militares
congoleños contrarios a Kabila.
Los invasores toman los pocos puertos marítimos del Congo y paran las turbinas de las Presas de Inga, que suministraban electricidad a Kinsasa. Tras esto, comienza el avance hacia la capital. Sin embargo, los ruandeses y ugandeses no contaban con que Zimbabue y Angola acudirían en ayuda de Kabila. Mientras que el primer país envío fuerzas especiales y unidades aéreas a Kinsasa con el objetivo de frenar el avance, Angola penetró en la zona de la desembocadura del río Congo, en en el área de los puertos marítimos anteriormente mencionados. El Aeropuerto Internacional de N'Djili en Kinsasa es escenario de duros combates, pero las tropas invasoras no consiguen penetrar en la ciudad como tal. Para finales de agosto la Operación Kitona demuestra haber fracasado y los invasores han de huir hacia los territorios de Angola controlados por UNITA. El fracaso de la Operación Kitona no supuso el final de las hostilidades. Los combates continuarían en la zona oriental del país. Namibia también intervendría en el conflicto, apoyando al gobierno de Kabila.
La Segunda Guerra del Congo tomó
características de guerra civil con la aparición de grupos armados congoleños
contrarios a Kabila, como el Movimiento de Liberación del Congo (MLC) de Jean-Pierre
Bemba y la Agrupación Congoleña para la Democracia
(RCD) de Ernest Wamba dia Wamba. Por otro lado, dentro del
Congo también operaron milicias contrarias a los gobiernos de Uganda, como el Frente Nacionalista Integralista o el grupo fundamentalista cristiano Ejército
de Salvación del Señor, y al de Ruanda, como las ya mencionadas Interahamwe y Ejército
de Liberación de Ruanda. A día de hoy la presencia de grupos opositores a Ruanda, Burundi y Uganda dentro del Congo prevalece.
Cuando el 10 de julio de 1999 los jefes de estado de Angola, la República Democrática del Congo, Namibia, Ruanda, Uganda y Zimbabue firmaron un acuerdo de alto al fuego en Lusaka, Zambia, los grupos rebeldes que operaban dentro del país se negaron a dejar las armas y el alto al fuego quedó rápidamente suspendido. Los distintos países implicados utilizarían a los grupos rebeldes como forma de extender su influencia en el Congo de manera indirecta: el RCD estaba vinculado al gobierno ruandés y el MLC a Uganda. A la Segunda Guerra del Congo también se la conocería como Guerra mundial africana, por la elevada cantidad de actores involucrados o como Guerra del Coltán, ya que una de las principales motivaciones de los invasores era la de hacerse con el control de los yacimientos de este material, así como de los de cobalto.
A finales de
1999 comienzan a desplegarse las primeras unidades de los cascos azules de la
ONU bajo la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo
(MONUC), que en el año 2010 cambiaría su nombre a Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (
El 5 de junio del año 2000, en la provincia de Tshopo, las fuerzas de Uganda y Ruanda comienzan a combatir entre ellas por el control de la ciudad de Kisangani, prolongándose los enfrentamientos hasta el día 10. Los ruandeses resultan victoriosos de este enfrentamiento entre antiguos aliados.
El 16 de enero de 2001 Laurent Kabila es asesinado por su guardaespaldas, Rashidi Kasereka, ejecutado ese mismo día. Le sucedería su hijo Joseph Kabila, más abierto al diálogo que su padre. Se acuerda la retirada de las tropas regulares ruandesas y ugandesas del territorio, si bien ambos países continuarán su intervención en el conflicto a través de las milicias paramilitares. Por ello, situar un final exacto para la Segunda Guerra del Congo es tarea complicada. Por lo general se suele situar el final de la misma en 2002 con la firma de los Acuerdos de Paz que llevaron a retirada de Ruanda y Uganda, pero la verdad es que a día de hoy la República Democrática Africana continúa en guerra. Las principales zonas de conflicto las encontramos en Ituri y sober todo en Kivu. En la primera se vive una virulenta guerra entre las etnias Hama y Lendu que se ha saldado con más de sesenta mil muertes desde 1999. Más complejo es el conflicto de Kivu, donde el gobierno congoleño lleva desde 2003 combatiendo tanto a los los hutus de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda, opositores al gobierno de Paul Kagame, a los que posteriormente se unirían los insurgente congoleños del Movimiento 23 de marzo y otros grupos afines a Ruanda.
El conflicto de Kivu
Como hemos visto a lo largo de esta entrada, las regiones de Kivu, tanto del norte como del sur, tuvieron un papel protagonista en las dos guerras civiles del Congo. Su posición fronteriza con Ruanda, Burundi y Uganda benefició a los distintos grupos opositores a la vez que permitía a estos tres países ampliar su influencia en el vecino y devastado Congo.
El Movimiento 23 de marzo, o M23, constituye el mayor grupo opositor dentro de la República Democrática del Congo. Formado en 2012, recibe su nombre de los acuerdos de paz firmados el 23 de marzo de 2009 entre el gobierno congoleño y el grupo opositor Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo, antecesor directo del M23. El incumplimiento de los acuerdos por parte del gobierno de Kabila llevó a que en abril de 2012 más de seis mil milicianos de Kivu del norte se levantasen en armas, contando con el apoyo de Ruanda y Uganda. La rebelión fue aplastada, pero en M23 sobrevivió y a día de hoy continúa luchando contra el gobierno y contra otras milicias.
Los conflictos armados de Kivu y Ituri ponen de manifiesto la incapacidad del gobierno congoleño de controlar todo su territorio además de poner de manifiesto la gigantesca influencia que siguen teniendo los gobiernos de Ruanda y Uganda en el país vecino. La insurgencia en el Congo tampoco puede entenderse sin tomar en consideración las abundantes riquezas del territorio, diamantes y especialmente coltán. El caso más evidente lo encontramos en el ya mencionado Ntabo Ntaberi Sheka y su Defensa Nduma del Congo, grupo que financia gracias a la minería de coltán y wolframio.
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