Kosovo, pese a ver sido el lugar donde comenzaron a vivirse las tensiones étnicas que acabarían por condenar Yugoslavia a la desintegración, había permanecido relativamente tranquilo durante el primer lustro de las Guerras Yugoslavas. La paupérrima región se encontraba marcada por la fuerte división entre serbokosovares y albanokosovares, estando esta última población en aumento, mientras que un elevado número de los primeros emigraban a Belgrado u otras regiones de Serbia, más ricas que la atrasada Kosovo.
El
movimiento independentista de Kosovo, cuyo verdadero objetivo era la
incorporación a la vecina Albania, estaba representada por dos grupos: la
pacífica Liga Democrática de Kosovo del intelectual Ibrahim Rugova y el
terrorista Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK), que a partir de 1996
comenzaría a realizar ataques contra policías y civiles serbokosovares. El UÇK
se vió fuertemente beneficiado del colapso del gobierno albanés en 1997. Como
parte de la transición del socialismo al capitalismo, el gobierno de Sali
Berisha había establecido una serie de fondos de inversión que prometían al
pueblo albanés unos beneficios extraordinariamente altos. El sistema resulto
ser fraudulento, un esquema de Ponzi, y cientos de albaneses perdieron sus
ahorros. El país se sumió en el caos y la oleada de disturbios acabó dando
lugar a los enfrentamientos armados. Los depósitos de armas fueron vaciados y
muchas de ellas acabaron en manos del UÇK. El nacionalismo albanés estaba en
auge, lo que se materializó no sólo en Kosovo, sino también en regiones del
norte de Macedonia.
Para 1998
la situación en Kosovo ya era de absoluto caos. Slobodan Milošević, que había
subido al poder gracias a las tensiones de Kosovo a finales de la década de
1980, se mostraba firmemente opuesto a la secesión del territorio, con una
postura mucho más intransigente que la vista en la Guerra de Bosnia. Además, en
1997 Milošević había abandonado la presidencia de Serbia para hacerse con la de
Yugoslavia, que había quedado reducida a Serbia y Montenegro.
A
comienzos de marzo de 1998 tiene lugar la primera ofensiva a gran escala del
Ejército Federal Yugoslavo contra un UÇK cada vez más fuerte. La ofensiva de Milošević
resulta en un relativo éxito, que si bien inflige un duro golpe a los
independentistas, no logra acabar con la insurgencia. Al igual que en Croacia y
Bosnia, ambos bandos cometerían crímenes de guerra y limpiezas étnicas, y al
igual que en las guerras anteriores, Occidente, victorioso tras la
desintegración de la URSS, se pondría del lado de los secesionistas y en contra
de Serbia.
Pese a que
Francia buscaba una salida diplomática al conflicto, pidiendo incluso a sus
aliados que barajasen la posibilidad de aceptar la mediación rusa, la OTAN
acabaría por intervenir de forma directa en la Guerra de Kosovo. La Conferencia
de Rambouillet, celebrada por la OTAN entre enero y febrero de 1999, había
concluido con el fracaso de las negociaciones entre el gobierno yugoslavo y los
separatistas albanokosovares. La respuesta occidental no se hizo esperar: El 24
de marzo de 1999 la OTAN lanza la Operación Fuerza Aliada, el bombardeo a gran
escala de Yugoslavia. Los ataques no se centrarían solamente en Kosovo, que
llevaba ya más de un año desangrándose, sino que se extendieron a todo el
territorio yugoslavo, incluyendo Belgrado.
Si bien en
un principio los objetivos de la OTAN se centraron en bases e instalaciones
militares, los ataques acabaron extendiéndose a infraestructuras civiles de
todo tipo. Espacialmente polémico fue el bombardeo de Niš por parte de los
Países Bajos el 7 de mayo de 1999 con bombas de racimo, ataque se saldó con una
docena de fallecidos. Ese mismo día, un B-2 Spirit estadounidense ataca por
error la embajada china en Belgrado, provocando tres muertes y una oleada de
protestas en China contra la embajada americana.
Junto a
China, Rusia se mostraba especialmente molesta por las acciones de la OTAN en
los Balcanes. El gobierno de Boris Yeltsin instaba a los estadounidenses y sus
aliados a buscar una situación diplomática al conflicto. La zona balcánica
había estado tradicionalmente ligada a Rusia (recordemos que la Primera Guerra
Mundial comenzó cuando Rusia acudió en ayuda de los serbios tras el inicio de
los combates contra Austria) y si bien durante la época soviética se había
vivido un fuerte distanciamiento, la Rusia post comunista deseaba, ante la cada
vez más indiscreta expansión de la OTAN (Polonia, República Checa y Hungría se
unieron a la alianza en marzo de 1999), contar con la eslava y ortodoxa Yugoslavia
como aliada. De todos los miembros de la OTAN, Francia es la que más dispuesta
se encontraba a entablar negociaciones con Rusia.
Los rusos
trataron de presionar a Milošević para que cediese a la independencia de Kosovo,
algo que el líder yugoslavo no estaba dispuesto a hacer. La oposición al
presidente era cada vez mayor, sobre todo en Montenegro de la mano de Milo
Djukanovic. Todo esto mientras los bombardeos continuaban a la vez que se
preparaba una invasión terrestre de Yugoslavia. La situación era desesperada.
El 9 de junio
en Kumanovo, Macedonia, se firma la paz. El gobierno yugoslavo cambia de
estrategia y se propone, con ayuda rusa, hacerse con el control del norte de
Kosovo, de mayoría étnica serbokosovar, en base a la ambigüedad del acuerdo. La
estrategia de Milošević fracasa ya que las tropas rusas no logran llegar a
tiempo a Yugoslavia, a diferencia de las tropas de la OTAN. Las pocas tropas
rusas que llegaron a Kosovo por poco acaban enfrentándose a la OTAN en el aeropuerto
de Pristina. La ONU igualmente es desplegada en Kosovo bajo la llamada Misión
de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK).
Los rusos
no fueron los únicos en incumplir el débil Acuerdo de Kumanovo. Si bien el
tratado garantizaba una independencia parcial a Kosovo dentro de Yugoslavia, la
OTAN apoyó al UÇK, que de facto controlaría la región hasta que el 17 de
febrero de 2008 la República de Kosovo declarase su independencia.
Milošević no
sólo había perdido la guerra contra el UÇK y la OTAN, sino que también había
fallado en su intento de retener el norte de Kosovo. El 24 de septiembre del
año 2000 se celebran elecciones generales en Yugoslavia, ganadas por el
opositor Vojislav Koštunica, apoyado por los Estados Unidos. Milošević se niega
a aceptar el resultado de las elecciones, lo que da lugar a una serie de protestas,
la Revolución Bulldozer (el nombre procede de uno de los eventos más memorables
de las protestas, el choque de un bulldozer contra la sede de Radio Televisión
Serbia). Fue la primera de las llamadas Revoluciones de colores, protestas, por
lo general no violentas, apoyadas por Estados Unidos en Europa con el objetivo
de derrocara gobiernos afines a Rusia. El patrón se repetiría en Georgia en 2003
y Ucrania en 2004.
La
reticencia de Milošević a dejar el cargo se explica en gran parte por la
decisión del Tribunal Penal Internacional para Yugoslavia, dependiente de la
ONU, de procesarle por crímenes de guerra en Kosovo. En 2002 comenzó el juicio
contra el líder serbio, que terminó abruptamente tras su suicidio, rodeado de
controversias, el 11 de marzo de 2006.
Kosovo
permaneció bajo la órbita atlantista. Ya en 1999 la OTAN establece una base a
gran escala en el territorio, Camp Bondsteel. El norte de la región permaneció
poblado en su mayoría por serbokosovares, siendo los choques étnicos bastante frecuentes.
El asesinato de dos niños albaneses en 2004 por ejemplo dio lugar a una oleada
de violencia que se saldó con veinte muertes. Lo mismo se puede decir de la
declaración de independencia de 2008. Hasta que en 2013 se firmó el Acuerdo de
Bruselas, por el cual los serbokosovares aceptaban el gobierno albanokosovar,
se temía la secesión de los territorios del norte, de forma similar a lo ocurrido
en Bosnia con la Republika Srpska de Radovan Karadžić, otro procesado por el Tribunal
Penal Internacional para Yugoslavia junto al general Ratko Mladić, ambos
condenados a cadena perpetua.
Si bien
Kosovo fue el más notable ejemplo del irredentismo albanés, no fue el único. En
la zona del valle de Preševo, cercano a Kosovo pero no perteneciente a él,
operó entre 1999 y 2001 el Ejército de Liberación de Preševo, Medveđa y
Bujanovac (UÇPMB), muy cercano al UÇK pero que finalmente fue derrotado con el
beneplácito de la OTAN. Macedonia también fue escenario de combates en 2001.
Entre enero y noviembre setenta soldados macedonias, más de cien milicianos
albaneses y noventa civiles fallecieron en combates en el norte del país, así
como un soldado británico. El acuerdo de Ohrid, que daba ciertas concesiones a
la minoría albanesa de Macedonia, puso final al conflicto.
En 2003 la
República Federal de Yugoslavia cambió su nombre a Serbia y Montenegro. En
2006, Montenegro se separa de Serbia, lo que privó a Serbia de su salida al
mar.
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