El 11 de septiembre de 2001 marcó un antes y un después en la historia universal. Los inesperados atentados terroristas de Al Qaeda contra el World Trade Center y el Pentágono impactaron a todo el mundo. Pese a que las investigaciones del FBI indicaron que Al Qaeda estaba detrás del ataque, el 16 de septiembre Osama bin Laden declaró en una entrevista a Al Jazzera que no había tenido nada que ver en los atentados. Por su parte, el Talibán condenó los ataques. Esto no evitó que el 20 de septiembre el presidente estadounidense George W. Bush emitiese un ultimátum exigiendo el cierre inmediato de todos los campos de entrenamiento terroristas, la entrega de todos los terroristas y sus partidarios, y el permitir el acceso a Estados Unidos a los campos de entrenamiento terroristas para su inspección. El gobierno Talibán se negó, argumentando que Osama bin Laden estaba protegido por las leyes tradicionales de hospitalidad pastún. El 9 de octubre de 2001 Estados Unidos se lanza a la invasión de Afganistán.
Con el
apoyo de la Alianza del Norte, Reino Unido, Canadá y Australia, Estados Unidos
lanza una potente ofensiva en la que los ataques aéreos y con misiles tendrán
un gran protagonismo, una auténtica guerra relámpago en apoyo a las fuerzas de
la Alianza del Norte, que atacan a las fuerzas pastunes desde sus bases en la
frontera con Tayikistán. El 10 de noviembre el Talibán y Al Qaeda sufren un
duro golpe en la ciudad norteña de Mazar-e Sarif a manos de la Alianza del
Norte y los Estados Unidos, la primera batalla a gran escala de la guerra. El
13 de noviembre los estadounidenses y sus aliados llegan a la capital,
abandonada por los talibanes tras sufrir duros bombardeos. La mayoría de
combatientes de Al Qaeda y del Talibán huyeron a Pakistán.
En diciembre en Alemania tiene lugar la Conferencia de Bonn, en la que distintos líderes afganos eligen a Hamid Karzai, de etnia pastún. El Consejo de Seguridad de la ONU establecerá la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) el 20 de diciembre de 2001, una misión internacional que, hasta el año 2014, servirá como fuerza de ocupación en el país centroasiático en la que se conocerá como Operación Libertad Duradera.
Tras la
toma de Kabul la Alianza del Norte y los estadounidenses avanzan hacia al sur,
más concretamente hacia las cuevas de Tora Bora, en la frontera con Pakistán,
donde se refugiaban cientos de talibanes y de miembros de Al Qaeda y del Partido
Islámico del Turquestán, un grupo yihadista formado por integrantes de etnia
uigur con base en Sinkiang, China, país que a día de hoy sigue siendo el
principal enemigo del grupo. Es más, el mismo Osama bin Laden se encontraba en
Tora Bora. El 17 de septiembre concluye la batalla, caracterizada por los
bombardeos masivos sobre las cuevas. Pese a que las tropas estadounidenses,
británicas, alemanas y de la Alianza del Norte lograron vencer al Talibán,
Osama bin Laden escapó.
El
gobierno Talibán había sido expulsado de las principales ciudades. Sin embargo,
desde un primer momento estaba claro que la Guerra de Afganistán iba a ser una
guerra de guerrillas, igual que la Guerra afgano-soviética. A la Batalla de
Tora Bora la siguió la Operación Anaconda en marzo de 2002, la primera de
muchas campañas contrainsurgencia, localizada en el valle de Shah-i-Kot. Todo
esto mientras los estadounidenses buscaban crear un Estado fuerte en Afganistán
con Karzai a la cabeza. Las primeras elecciones presidenciales, a las que
obviamente los talibanes tenían prohibido presentarse, tuvieron lugar el 9 de
octubre de 2004, siendo ganadas por Karzai, siendo su principal rival el tayiko
Yunus Qanuni.
En 2003 la
atención internacional cambia de país, ya no es Afganistán, sino Irak, el país
invadido por los estadounidenses y sus aliados, deseosos de acabar con el
gobierno de Sadam Hussein. Sin embargo, las tropas de la ISAF continúan en
suelo afgano, y es que el país tiene un fundamental valor estratégico, debido a
su cercanía con Rusia, China e Irán, rivales de los Estados Unidos, y a las gigantescas
plantaciones de opio, de un gran valor para la industria farmacéutica.
Sin
embargo, la ocupación militar directa del país da más problemas que beneficios
ya que si bien las bajas estadounidenses no son especialmente elevadas, si las
comparamos con otros conflictos de contrainsurgencia como fue el caso de
Vietnam, los gastos económicos sí que son desorbitados. Tras el asesinato de
Bin Laden en Pakistán en 2011 son muchas las voces que piden la retirada
estadounidense de una guerra que parece no tener final.
En
diciembre de 2014 concluye la Operación Libertad Duradera para dar paso a la Operación
Centinela de la Libertad. La ISAF se disuelve y el número de personal se reduce
considerablemente. También en 2014 finaliza la presidencia de Karzai para dar
paso a la de Ashraf Ghani. En 2015 aparece un nuevo contendiente, uno que se
enfrentará tanto al Talibán como a Estados Unidos y al gobierno de Ghani: El Estado
Islámico del Gran Jorasán, con bastante menos fuerza en Afganistán que en el
mundo árabe, pero sí con la suficiente como para constituir una amenaza seria.
La guerra
es un callejón sin salida y bajo el gobierno de Donald Trump comienzan las
negociaciones para poner fin al conflicto. En noviembre de 2020, tras nueve
años de estancamiento, en la residencia presidencial de Camp David se firma un
acuerdo para la retirada de tropas antes de mayo de 2021, una fecha que se
aplazará hasta septiembre. Sin embargo, en primavera de 2021 los talibanes ponen
en marcha una ofensiva que sobrepasa todas las expectativas: lo que iba a ser
una ofensiva de demostración para presionar a la retirada de tropas acaba por
convertirse en el ataque final.
Finalmente,
el día 15 de agosto de 2021 los talibanes llegan a Kabul. Comienzan las
evacuaciones masivas de extranjeros y colaboradores afganos con el beneplácito
del Talibán, que no ataca el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai. Esto no
evita que el aeropuerto se convirtiese en escenario de dramáticas escenas que
recordaron a la caída de Saigón en 1975. Varios civiles desesperados
fallecerían cayendo al vacío desde los aviones de carga estadounidense a los
que se aferraron, unas imágenes que rápidamente se convirtieron en símbolo de
la rendición americana. Pero lo peor estaba aún por llegar, y es que el día 26
el Estado Islámico del Gran Jorasán lleva a cabo un ataque suicida con bomba en
el aeropuerto que se salda con la vida de ciento ochenta personas, incluyendo a
trece militares estadounidenses. El gobierno de Joe Biden respondió con dos
ataques con dron contra Estado Islámico. Uno de ellos, que tuvo lugar el día 29
en Kabul, mató a una familia de nueve personas, incluyendo a seis niños.
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