Algo que siempre llama la atención es ver como la República Federativa Socialista de Yugoslavia, el Estado balcánico que agrupaba a eslovenos, croatas, bosniacos, serbios, macedonios y montenegrinos en un solo país, así como a grupos menores como los húngaros, acabó desmembrándose en la década de 1990 en una serie de sangrientas guerras civiles, algo que choca teniendo en cuenta que Yugoslavia era un país moderno y que desde la Segunda Guerra Mundial hasta esa década había permanecido en relativa calma. Esta no es una entrada como el resto de las del blog: En vez de hablar de las causas, desarrollo y consecuencias de las Guerras yugoslavas, me limitaré a hacer algunas observaciones sobre la Yugoslavia socialista de Tito con la intención de aclarar algunas cuestiones que muchas veces son malinterpretadas.
Tito no creó Yugoslavia. La idea de un Estado que agrupase a
los eslavos del sur tiene sus
orígenes en la Primavera de los Pueblos de 1848, la oleada revolucionaria que
tambaleó Francia, Alemania, que todavía no existía como tal; y el Imperio
austriaco, Estado que incorporaba territorios que en un futuro estarían dentro
del territorio yugoslavo. Fueron intelectuales serbios y croatas los encargados
de crear el Movimiento Ilirio, que buscaba unir a todos los eslavos del sur en un solo país,
política defendida por el gobierno del Principado de Serbia, que gozaba de
cierta independencia del Imperio otomano.
No quiero extenderme hablando sobre las Guerras de los
Balcanes (1912-1913) y la Primer Guerra Mundial (1914-1918), conflictos que
permitieron, mediante la disolución de los imperios otomano y austrohúngaro, la
creación del Reino de Yugoslavia, con la familia real serbia a la cabeza.
Contemporáneo del paneslavismo es el movimiento nacionalista serbio, que no
buscaba integrar a los distintos pueblos de los Balcanes en un solo estado,
sino que pretendía extender el dominio serbio por todos aquellos territorios
donde existían poblaciones de esta etnia. Muchas veces la línea entre
nacionalismo serbio y un paneslavismo en el que los serbios estaban en una
situación privilegiada.
También deseo rebatir la idea, bastante difundida, de que Josip
Broz Tito era serbio. Nada más lejos de la realidad, pues Tito era medio croata
y medio esloveno. La idea de que el líder de la Yugoslavia socialista era de etnia
serbia se basa en el hecho de que durante la Segunda Guerra Mundial la gran
mayoría de partisanos yugoslavos eran serbios, algo más que comprensible
teniendo en cuenta que los invasores alemanes, italianos y húngaros habían
permitido a los nacionalistas croatas de la Ustaša, un grupo terrorista fundado
en 1929, independizarse, creándose así el Estado Independiente de Croacia, cuyo
líder Ante Pavelić, había puesto en marcha una campaña de exterminio contra la
población serbia, judía y gitana.
La Segunda Guerra Mundial en Yugoslavia fue un período
caótico y las potencias del Eje, además del Estado Independiente de Croacia,
crearon un Estado títere serbio: El denominado Gobierno de Salvación Nacional
de Serbia, gobernado por el general Milan Nedić. Respecto a la resistencia
yugoslava, esta se dividió en dos: Los partisanos comunistas, que aceptaban
voluntarios de todas las nacionalidades, y los chetniks, nacionalistas serbios
que acabarían cambiándose de bando y colaborando con el Eje. Los partisanos,
con ayuda británica y sobre todo soviética, logran vencer tanto a los ocupantes
como a sus títeres croatas y serbios, instaurando así la República Federal
Popular de Yugoslavia, renombrada República Federativa Socialista de Yugoslavia
en 1963 tras una serie de reformas.
Partisanos yugoslavos en Aranđelovac, Serbia, tras la liberación de la ciudad
Los nacionalistas serbios odiaban y siguen odiando a Tito. La
Yugoslavia de Tito poco o nada tenía que ver con la de Slobodan Milošević. Es
igualmente necesario recordar que Milošević no fue presidente de Yugoslavia
hasta 1997, dos años después del término de la sangrienta guerra a tres bandas
entre Serbia, Bosnia y Croacia. No obstante, Milošević fue presidente de Serbia
desde 1989 hasta su nombramiento como presidente de Yugoslavia. La Corte
Internacional de Justicia dictaminó que Milošević no estuvo implicado en el
genocidio de Bosnia.
Se podría afirmar que mientras que el gobierno de Serbia
dentro de Yugoslavia durante la guerra defendía una postura paneslavista, que
buscaba desesperadamente mantener la unidad de la decadente república
socialista, los gobiernos de la República Srpska en Bosnia y de República
Serbia de Krajina en Croacia, formados por las minorías serbias en estos
países, defendían claramente una postura nacionalista serbia que buscaba
desplazar, e incluso exterminar, a las poblaciones bosniacas y croatas. Con
esto no quiero decir ni mucho menos que croatas y bosniacos no cometiesen
crímenes de guerra, si bien, debido a que Yugoslavia acabó por convertirse en
un país enemigo de la OTAN, los crímenes serbios acabaron por ser los más
recordados.
Para 1992 ya había quedado claro que intentar conservar la totalidad
de Yugoslavia era inútil por lo que el gobierno del montenegrino Branko Kostić
decidió dar por perdidas Bosnia y Croacia (Eslovenia y Macedonia ya habían
hecho efectiva su independencia). Se acordó la creación de la República Federal
de Yugoslavia, que integraría los territorios de Serbia, Montenegro, Krajina y
la República Srpska. En 2003, habiendo perdido los territorios de Krajina y la República
Srpska en 1995 y Kosovo en 1999, la República Federal de Yugoslavia cambió su nombre
a Serbia y Montenegro. En 2006 Montenegro acabaría por separase de Serbia.
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